Se extiende el "Max Planck Partner Group" liderado por el profesor Rafik Neme

Fue renovado por dos años más (hasta diciembre de 2024), con un nuevo aporte financiero para el desarrollo de sus proyectos de investigación en genómica y biodiversidad, en los que participan estudiantes de pregrado y posgrado.

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Estudiantes pertenecientes al grupo asociado junto al profesor Rafik Neme.

Por: José Luis Rodríguez R.

20 abr 2023

Existen alrededor de 90 grupos asociados o 'partner groups' a la Sociedad Max Planck (en alemán, Max-Planck-Gesellschaft zur Förderung der Wissenschaften e. V.) en todo el mundo, trabajando en proyectos de investigación de vanguardia y ayudando a fomentar el avance del conocimiento científico global. Uno de ellos, Genómica y Biodiversidad, está a cargo del profesor Rafik Neme, del departamento de Química y Biología de la Universidad del Norte, y, luego de tres años, acaba de ser renovado por otros dos más (hasta diciembre de 2024), periodo máximo de renovación, con un nuevo aporte financiero para el desarrollo de sus proyectos.

En este grupo participa también una investigadora posdoctoral y catedrática de Uninorte, Carolina Mazo; dos estudiantes de la Maestría en Ciencias Naturales, cuatro estudiantes de pregrado de la Universidad del Atlántico y dos estudiantes en prácticas. Además, el profesor Rodrigo Sarmiento, quien era catedrático de la universidad, hizo parte del proyecto desde sus inicios. El ‘partner group’ está asociado al Instituto Max Planck de Biología Evolutiva. 

Sobre Max Planck: la Sociedad Max Planck es una organización sin fines de lucro con sede en Alemania. Sus institutos operan como una red mundial construida sobre cooperaciones y proyectos internacionales, son independientes y cuentan con total autonomía en la selección y dirección de los proyectos que encaran. Los Institutos Max Planck participan en más de 3000 proyectos con 5500 socios internacionales en más de 110 países. La cooperación internacional promueve el desarrollo y la productividad en la ciencia; generan valor agregado y en muchos campos permiten alcanzar una masa crítica.

“Para mí es un máximo privilegio. Allá hice una parte de mi carrera y siguen apoyándolo a uno en el tiempo (…) Acá tenemos toda una gran biodiversidad con la que es muy difícil trabajar en Europa. Entonces ellos ponen unos recursos y no hay mayor interés que la curiosidad científica. Este tipo de interacción entre Uninorte y el instituto Max Planck de Biología Evolutiva es beneficiosa, inicialmente desde la parte académica, pero también se tiene presente algún tipo de injerencia sobre la toma de decisiones o apoyar concretamente alguna problemática de la sociedad”, argumenta el profesor Neme, biólogo con estudios de posdoctorado en genómica evolutiva en el Instituto Max Planck de Biología Evolutiva y en Columbia University.

El proyecto estudia la biodiversidad genómica de la región Caribe. Desde que el docente llegó a Uninorte en 2019 ese ha sido su objetivo: a nivel macro, conocer cuáles son los genes que hay en nuestra región para crear un catálogo molecular. Debido a la pandemia, durante los primeros tres años del proyecto no se generó la productividad deseada, sin embargo, con la llegada y puesta en marcha de un secuenciador de ADN se proyecta un gran impulso en el avance investigativo.

“Hemos ido generando sets de datos genómicos para bosques del Caribe y hemos estado apoyando el trabajo de ampliación de la base de recursos genómicos para las moscas que se cultivan en Colombia, con fines de alimentación. Entonces las dos grandes apuestas ahorita es tomar muchos datos genómicos. En este caso estamos trabajando con insectos y algunas cosas con plantas”, explica Neme.

Hasta el momento han realizado estudios en cinco bosques del Atlántico, recolectando datos de insectos y contrastando datos moleculares con datos tradicionales taxonómicos. De igual forma, el grupo está caracterizando la microfauna y la microbiota alrededor de las plantas, apoya la investigación sobre moscas para consumo animal y se prepara para secuenciar el genoma de un oso hormiguero y su contenido estomacal.

“Estudios de genómica en el Caribe hay pocos, pero cada vez se ven más. Acá hay otras universidades que también están apostando mucho a esta generación de datos. Cada vez más estamos buscando el estándar internacional y cada vez somos más competentes en eso. Este tipo de investigaciones son beneficiosas, primero porque son datos y trabajar con más datos siempre es mejor. Nos permite comparar usando estándares similares”, indica el docente. 

Entre sus principales conclusiones hasta el momento, enfatiza en que nuestra biodiversidad está poco estudiada a ese nivel molecular y que cada uno de los diferentes bosques estudiados en el Atlántico tiene especies idiosincráticas o propias, no vistas en otro lado, planteando como posible causa la alta fragmentación de los ecosistemas. 

“Tenemos la intención de estudiar entre 5 y 10 de bosques más en los próximos dos años, en los que podemos caracterizar tanto insectos como microbiota de las hojas. Queremos ampliar un poco la base de las moscas y enfocarnos en un par de especies más que tengan que ver con esto. Estamos esperando que vuelva el genoma del oso hormiguero, para mirar adaptaciones locales al consumo de hormigas y termitas, porque es una especie que el desarrollo urbano le ha afectado bastante”, concluye Rafik Neme.

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