Una mirada a la herencia del racismo en América Latina

El profesor del doctorado en Derecho de Uninorte, Manuel Góngora hizo parte de un equipo de investigadores que analizaron las dinámica de las desigualdades sociales del continente y cómo se han mantenido en el tiempo.

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El libro se presentó en Cátedra Europa en el que además de los autores, estuvieron los investigadores Carolina Bejarano y Joaquín Garzón.

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12 nov 2020

Según el Banco Mundial, los afrodescendientes en América Latina tienen 2,5 más probabilidades de vivir en pobreza crónica que los blancos o mestizos. Las razones de esta desigualdad son diversas pero tienen un origen común: la esclavitud. 

En el marco de la Cátedra Europa se presentó el libro Entre el Atlántico y el Pacífico Negro: Afrodescendencia y regímenes de desigualdad en Sudamérica, el fruto de ocho años de investigación de Sérgio Costa, director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín; Rocío Vera, investigadora asociada del Instituto; y el profesor del doctorado en Derecho de Uninorte, Manuel Góngora. 

El libro habla sobre la desigualdad social que viven los afrodescendientes en Sudamérica, una condición que se mantiene aun cuando las leyes abiertamente racistas del pasado están proscritas de todas las constituciones y tratados internacionales. Para la investigación, se centraron en lugares de Brasil, Colombia y Ecuador. 

Costa contó que se busca entender la dinámica de las desigualdades, en términos abstractos y cómo estas se construyen en la cotidianidad. Por ello eligieron regiones de minería donde había de alguna manera formas de escalvitud comparables en regiones de los tres países. 

Se analizaron cuatro expresiones de desigualdad: la estratificación social; los discursos; normativas y políticas públicas; y la convivialidad, o la manera como los patrones de convivencia sirven para reproducir y fortificar el racismo. 

“En Latinoamérica persiste ese negacionismo de la desigualdad por razones raciales o étnicas y se niega que el derecho haya tenido un impacto real en la configuración de desigualdades porque siempre se compara con el caso estadounidense, en el que fue muy marcado”, expresó Góngora.  

El periodo estudiado parte del siglo XIX hasta la actualidad. Para este lapso analiza diversas tendencias políticas que van desde la consolidación de los estados nacionales, que ocurre tras la independencia de los ibéricos y que significa una continuación por parte de las élites criollas del modelo social que los europeos esparcieron por sus colonias. 

Vera manifestó que a través de los discursos se han instaurado estas desigualdades. Por ejemplo, los europeos defendían la legitimidad de la esclavitud desde la religión, las desigualdades naturales y la limpieza de sangre. Una vez se obtuvo la independencia de los europeos en Latinoamérica, se mantienen los discursos de superioridad racial, a pesar de la abolición de la esclavitud, en lo que los expertos denominaron un nacionalismo racista.

Con el tiempo, la idea de ciudadanía e igualdad comienza a irrumpir y a reemplazar la estructura rígida de castas. Sin embargo, persiste la discriminación indirecta hacia comunidades afro y étnicas pues, desde el punto de vista de leyes, se le apunta a la homogeneización tanto de raza como de credo. Por ejemplo, la Ley 89 de 1890 en Colombia, reza “por la cual se determina la manera como deben ser gobernados los salvajes que se reduzcan a la vida civilizada”, refiriéndose a comunidades étnicas y afrodescendientes. 

A pesar del lenguaje, estas comunidades vieron la ley como positiva, contó Góngora, porque se trataba de un reconocimiento por parte del Estado colombiano de su existencia. No obstante esta óptica de salvajes contra civilizados está en el centro de la exclusión sistemática de los proyectos de país de estas comunidades y de los conflictos internos que se dieron en el continente entre los siglos XIX y XX.

Hacia los años 80 comenzó la democratización, apertura y ampliación de derechos políticos que subsisten hasta el momento. Desde entonces se han creado medidas compensatorias como cuotas raciales en universidades, servicio público y se ha comenzado a reconocer la desigualdad existente. “No implica el fin del racismo pero sí un cambio en la perspectiva”, cerró Costa. 

Por Leonardo Carvajalino

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