“El trabajo infantil perpetúa los ciclos de pobreza”

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Luz Tobón, abogada y docente experta en derechos de los niños.

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15 jun 2017

En conmemoración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, se realizó el pasado 12 de junio en la Cámara de Comercio de Barranquilla un evento liderado por el nodo Atlántico por el Pacto Global de las Naciones Unidas y sus organizaciones adscritas, entre ellas Uninorte.

La jornada tuvo como fin mostrar los aportes que las empresas vinculadas están haciendo por el cuidado y la protección de los menores, y comenzó con las palabras de bienvenida de Camilo Mejía, coordinador del Nodo Atlántico por el Pacto Global y docente e investigador de la Escuela de Negocios de Uninorte.

La programación continuó con la intervención de Luz Tobón, abogada y docente de Uninorte experta en derechos de los niños, centrada en los mitos y realidades que rodean el trabajo infantil.

Para ella, espacios como ese son indispensables porque hace falta mucha divulgación y concientización sobre el tema. “A veces ni siquiera lo reconocemos como un problema social, y ahí ya estamos perdidos, porque no reaccionamos”.

La experta explicó que la gravedad que revierte el trabajo infantil no se limita a las consecuencias para el niño involucrado y su familia, sino que sus efectos se expanden hacia toda la sociedad, perpetuando los ciclos de pobreza. 

“Son niños que van a pasar mayor tiempo trabajando y por lo tanto tendrán menores oportunidades de formarse, y así vamos a continuar el ciclo de pobreza hasta el infinito”, señaló.

Además, si vender la fuerza laboral es vender la salud —porque todo trabajo acarrea desgaste físico y problemas de salud—, entre más temprano empiece a trabajar un niño, más acelerado será su desgaste y crecerá para ser un adulto enfermo.

El trabajo infantil también choca con otros derechos de los niños, como a la educación, a la recreación, a ser protegido contra todos los riesgos y a garantizarles el mejor desarrollo posible. 

Tobón explicó a los asistentes que este es un fenómeno multicausal. No se debe solo a los índices de pobreza de un país, sino también de sus propios núcleos familiares, pues en un hogar donde no hay las oportunidades laborales que garanticen sacar adelante a una familia, los adultos se apoyan en los hijos para traer el pan a la casa.

“También es asunto de pobreza mental, como en los casos de padres que alquilan a sus hijos para la mendicidad o para el trabajo informal. La oferta de empleo informal recoge a estos niños con los brazos abiertos porque desarrollan mayor empatía entre los posibles compradores”, detalló la docente.

Por otro lado, esta problemática también es perpetuada por causas culturales, como la creencia judeo-cristiana (predominante en Colombia) de que el trabajo redime al hombre, o la concepción de que el trabajo es un medio de transmisión de valores y conocimientos de padres a hijos. La deserción escolar y la violencia intrafamiliar también fomentan este fenómeno, que actualmente afecta a cerca de 215 mil millones de niños en el mundo.

“Es indispensable hacer algo a nivel de política pública, porque no le están apostando recursos a esta problemática. Como ciudadanos nos vamos a tener que despertar para exigir que sí se hagan las cosas”, finalizó la abogada.

El evento culminó con un panel sobre buenas prácticas relacionadas con la infancia desarrolladas por empresas y organizaciones vinculadas al Nodo Atlántico del Pacto Global. 

En este participaron Liliana Rosales, directora de la Fundación Procaps; Silvia Cayón, directora de la Fundación Electricaribe Social; Alix Castro, directora de la Fundación Triple A, y Shary Mejía, líder regional Caribe de la Dirección de Asuntos Públicos y Regulatorios de Telefónica Movistar.

Por Melissa Zuleta Bandera

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