Responsabilidad social y ambiental, enfoque de las tesis laureadas en Arquitectura

Las investigaciones de Kathleen Ferrer, Emily Lugo, Luis Andrés Lázaro y Karla Giannina Jaramillo obtuvieron una calificación Cum Laude. Serán condecorados con el Pergamino al Mérito Científico en la ceremonia de grado del 24 de septiembre.

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23 sep 2021

El especial periodístico dedicado a destacar el trabajo detrás de las tesis con calificación Cum Laude finaliza con los próximos egresados del programa de Arquitectura, quienes reciben este 24 de septiembre, en la ceremonia de grado, el Pergamino al Mérito Científico. Sus trabajos finales abordan el diseño de centros interactivos, parques, red de huertas, regeneración urbana de sectores y construcción de resiliencia, iniciativas planteadas por Kathleen Ferrer, Emily Lugo, Luis Andrés Lázaro y Karla Giannina Jaramillo. Conoce las ideas y los proyectos de estos jóvenes uninorteños próximos a egresar del alma mater.

 

Solución urbana para el uso del espacio público en la Vía 40

Kathleen Ferrer y sus compañeros Valentina García y Josué Parra trabajaron en el diseño de un centro interactivo en la zona de la Vía 40 de Barranquilla, tras haber realizado un diagnóstico del polígono nombrado Ribera Occidental, área que comprende entre la Vía 40 y el Malecón del río, desde el barrio Siape hasta el edificio de la Intendencia fluvial. En esa zona encontraron una problemática relacionada con la desconexión e inseguridad de los peatones, además de la carencia de vida urbana, producto del flujo vehicular de la zona, el desuso y deterioro de las bodegas y fábricas presentes en el sector.

“A partir de esto, mi grupo presenta una propuesta en la que se incluye y da prioridad al peatón, en conjunto con la disposición de nuevos usos que le otorgarían un mayor flujo de dinámicas a la zona. Así se plantearon puntos estratégicos en el que se implantarían diversos proyectos, con diferentes enfoques, los cuales fortalecerían la vocación presente en el contexto y, a su vez, buscarían avivar esa vida urbana que carece el sector”, explicó Kathleen Ferrer.

La arquitecta, que durante su pregrado hizo parte del grupo de investigación que diagnosticó a Barrio Abajo, planteó la creación de un centro interactivo a través de un vivero tecnológico para el desarrollo de sistemas innovadores sostenibles, con el fin de mitigar el impacto medioambiental que generaban los modelos de fábricas anteriores, mientras la edificación representa un ambiente propicio para la enseñanza, interacción y producción de nuevas tecnologías.

El centro interactivo busca actuar como convergente y conector de un área educativa entre la Escuela Naval y una zona industrial, específicamente en la isla industrial al otro lado del caño La Campiña. Los estudiantes trataron de plantear soluciones urbanas para el uso del espacio público, entendido como una zona de integración, de interacción social y de libre exploración, en tiempos en el que las dinámicas de la vida urbana se han visto afectadas por las medidas preventivas frente al contagio de covid-19.

“En su momento, el reto que presentaba el proyecto, desde el análisis hasta el planteamiento de la propuesta, para mí significó un gran crecimiento profesional que me otorgó una madurez más cercana a la realidad, a las problemáticas que se presentan en las ciudades actuales”, señaló la egresada, que durante su pregrado hizo parte del programa Ser Pilo Paga 2 y obtuvo el mérito Cum Lade en su proyecto de tesis.

Ecoagrópolis: huertas urbanas para barrios saludables

Tras haber realizado una investigación sobre el acelerado crecimiento de la población y los retos que estos representan para las ciudades, en su proyecto de grado la estudiante Emily del Carmen Lugo Junco diseñó la propuesta Ecoagrópolis, que comprende la creación de un malecón al borde de la Ciénaga de la Virgen en Cartagena, donde se ubicarían parques y zonas de comercialización de alimentos, y la creación de una red de huertas dentro de los barrios, con el fin de generar espacios para la producción de alimentos y en pro del trabajo colaborativo de los habitantes de la comunidad.

La idea fue calificada con el mérito académico Cum Laude, reflejando la importancia de la seguridad alimentaria y la cohesión social, pues pone sobre la mesa el hecho de que las personas tengan acceso a alimentos saludables, acordes a sus necesidades dietéticas, y la capacidad de las mismas para trabajar en comunidad para alcanzar un bien común.

“Se hizo una investigación evaluando los indicadores que me permitieran identificar de una mejor manera las carencias de mi población de estudio. También se evaluó la cohesión social teniendo en cuenta la división por estratos socioeconómicos, el grado de escolaridad, los ingresos y la Informalidad. Por otra parte, teniendo en cuenta que el componente medioambiental debe estar presente en cada paso que damos, se evaluaron el metabolismo urbano y la huella ecológica, con el fin de incluir en la propuesta soluciones que ayuden a mejorar estos indicadores y, de esta forma, aportar a tener un mundo mejor”, señaló Emily, becaria Ser Pilo Paga.

En ese sentido, el proyecto apuntó a implementar estrategias de solución para problemáticas que afectan el medio ambiente como la agricultura industrial o la modificación de cultivos como los transgénicos, apostando por soluciones amigables como los comercios de proximidad y el impulso de actividades ancestrales como la agricultura. De esta forma se buscaría la generación de oportunidades de empleo, alimentos y desarrollo para sectores vulnerables de Cartagena.

Durante el desarrollo del proyecto piloto de la propuesta Ecoagrópolis, en el barrio El Pozón se implementaron tres etapas: dar a conocer el proyecto, la capacitación a las personas para cuidar de las especies y, por último, el seguimiento al proceso. Para Emily, esta fase representó un reto que le permitió escuchar a la comunidad del barrio y evaluar su compromiso con un proyecto de agricultura urbana que implicaba trabajar en equipo.

“Las personas respondieron muy bien, por eso tengo claro que mi objetivo es trabajar en la construcción de una mejor sociedad, ciudades y comunidades mejores a partir de la creación de proyectos con responsabilidad social y ambiental. Creo que mi proyecto es una muestra clara de este compromiso”, indicó la arquitecta.

Un proyecto para promover la resiliencia urbana en Sincelejo

Visibilizar algunas de la carencias más frecuentes que tienen muchas comunas en Colombia y la importancia de fomentar la resiliencia urbana en los habitantes de las distintas ciudades del país, es uno de los enfoques principales del proyecto de grado de Luis Andrés Lázaro. Su investigación se titula Comunidades resilientes, prácticas de regeneración urbana en la comuna 8 de Sincelejo.

“Mi trabajo de grado tuvo como objetivo identificar y analizar cuál era la comuna menos resiliente de la ciudad de Sincelejo, por medio de la metodología de análisis basada en indicadores extraídos de revistas académicas para, posteriormente, proponer un proyecto urbano y arquitectónico pensado en dar solución al déficit de capital social, espacios verdes y biodiversidad, inclusión y control de riesgos. Esto dio como resultado al proyecto Parque Cultural Urbano El Poblado, inspirado en la cultura sabanera y Zenú, ubicado en la comuna 8 de la cabecera urbana de este municipio”, explicó Luis Andrés, becario Ser Pilo Paga 3.

Todo el proceso de investigación que realizó en los últimos dos semestres de su carrera fue apoyado por el docente del departamento de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, Alexander Niño Soto. Los resultados de las investigaciones preliminares arrojaron que las personas, las ciudades y comunidades tienen la incapacidad de resistir y sobrellevar los cambios que se presentan en su entorno, por lo cual se hace necesario crear espacios para conocer las percepciones de las personas frente a los distintos hechos que se dan a su alrededor; en este caso, en Sincelejo, donde tuvo la oportunidad de investigar y conocer un poco más sobre su historia y las maneras de fomentar su desarrollo.

“El reto principal de la investigación era poder plantear un proyecto acorde a las necesidades y déficits específicos encontrados en el análisis, que estuviera guiado por los criterios de diseño establecidos y que conectara entre sí a los barrios más vulnerables de la comuna 8 en Sincelejo”, señaló el investigador, quien agregó que este proyecto le da pie a seguir tratando de dar soluciones a los problemas que hoy en día enfrenta la sociedad desde el ámbito de la arquitectura y urbanismo.

Recuperación del espacio público en el barrio El Ferrocarril

La necesidad de transformar y repensar la estructura de los territorios, a través de la creación de zonas que fomenten la cohesión social como una estrategia de resiliencia en sectores vulnerables, inseguros y de violencias marcadas, fue lo que motivó a Karla Jaramillo Salazar a desarrollar un proyecto de espacio público enfocado en la construcción de resiliencia.

El trabajo Cum Laude comenzó con la aplicación de encuestas a la comunidad del barrio El Ferrocarril, en Soledad, lo que permitió conocer de cerca las carencias del sector y desarrollar una evaluación teórica, teniendo en cuenta tres conceptos: resiliencia urbana, cohesión social y espacio público.

“Este proyecto se enfocó en los asentamientos informales o barrios de invasión, debido a que, además de ser evidencia de desigualdades sociales y traer como consecuencia la inestabilidad del derecho de tenencia, son espacios en los que los habitantes se encuentran constantemente expuestos a enfermedades, manifestaciones de violencia e inseguridad. Lo anterior producto, precisamente, de su carácter informal, pues muchos autores manifiestan que estos lugares, al no contar con servicios públicos e infraestructura de espacios públicos o áreas verdes, se convierten en zonas marginadas”, señaló la también becaria Ser Pilo Paga.

El planteamiento del proyecto se basó en la propuesta de espacio público enfocada en lo social, funcional y estético, dando como resultado un diseño que potenciara la creación de autoestima colectiva, cohesión social y promoviera una mejor calidad de vida de los habitantes del barrio. Para Jaramillo, durante este proceso fue importante conocer la percepción de inseguridad en la comunidad, sus deseos y necesidades, las cuales finalmente jugaron un papel fundamental en la concepción del proyecto.

“Al estar en contacto directo con la comunidad del barrio, uno siente un verdadero compromiso con brindar una respuesta acertada que genere un impacto positivo en los habitantes, ese es el principal reto. El mayor aprendizaje es que, incluso en los peores escenarios, se puede soñar con construir entornos seguros, dignificantes e incluyentes que proporcionen una mejor calidad de vida para todos”, destacó la estudiante, agregando que esa es la labor del arquitecto: diseñar espacios y generar entornos que contribuyan a la construcción de una mejor sociedad.

Por Katheryn Meléndez Solano.

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