Aldo Rincón, un naturalista dedicado a la academia

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El profesor Aldo Rincón observa algunos de sus apuntes en la oficina.

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21 feb 2019

A sus 40 años, el profesor Aldo Fernando Rincón Burbano descubre la naturaleza con cada día que vive. A la edad de 10 conoció rocas del Paleozoico en la parte media del Valle del Río Magdalena, lleva siempre consigo una lupa y camina una vez al mes en la reserva natural Los Charcones, en Piojó, como una especie de ritual para entrar en contacto con el medio ambiente y ejercitar su curiosidad. Su oficina, adscrita al departamento de Física y Geociencias, da fe de ello, pues alberga cerca de cien fósiles provenientes de varias zonas de la región.

“Como docente, siempre les inculco a mis estudiantes ser curiosos y aprender a observar, independientemente de que sea un fosilizado o una roca. Como investigador, pienso que la labor que hace Uninorte es única. La primera universidad del Caribe colombiano que tiene una carrera de geociencias”, expresa detrás del escritorio. A su alrededor las bolsas y las cajas con piedras y muestras de fósiles decoran el lugar. Un leve olor a tierra es inminente.

Se graduó en 2005 como geólogo de la Universidad Nacional de Bogotá. En 2007 se fue para Estados Unidos, donde hizo una maestría en Estratigrafía y después obtuvo en 2016 su grado de doctor en Paleontología, en la Universidad de Florida. Aldo Rincón fue el primer profesor con este grado académico del programa de Geología y desde entonces supervisa la creciente colección de fósiles que se han descubierto en salidas de campo, organizada con la ayuda del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales, de Panamá. 

La ciencia que estudia la composición de la tierra prácticamente llegó a su vida desde que era muy pequeño, con su abuelo materno, Amable Burbano, ayudante de campo de algunos geólogos que llegaron a principios del siglo XX a Colombia, y con quien visitó el Valle del Río Magdalena.

“Para mí fue una experiencia muy impactante porque soy cachaco e ir a tierra caliente era un viaje nuevo. Además, el calor me dio duro cuando llegué a la universidad”, comenta entre risas, mientras organiza algunos papeles del escritorio.

          El profesor Aldo Rincón durante un trabajo de campo en Panamá.

Hoy, como docente, le motiva darse cuenta cuando sus estudiantes “ponen cuidado y van más allá”. En pocas palabras, dice, les deja “una semillita” y ellos por su propia cuenta investigan. Desde el campo investigativo, destaca que tiene “acceso a uno de los países más biodiversos del mundo, el cual, debido a las condiciones geológicas y tectónicas, es como la puerta de entrada y salida de animales que van o vienen a Suramérica”. Asegura que la investigación es algo inherente en él, pero confiesa que cuando no está examinando el suelo, su mirada está en el cielo, viendo las estrellas por las noches. Un pasatiempo que hace desde niño.

En el campus, al profesor Aldo es posible verlo caminar con botas, maletín en la espalda y lupa en mano. Se define como un naturalista, un curioso que tiene claro que el trabajo de campo es el laboratorio de la geología. Que las largas caminatas, el sudor e incluso los malos olores corporales también hacen parte del encuentro con la naturaleza.

“La idea es que uno se aproxime a la naturaleza, a las rocas porque muy rara vez ellas llegan a la oficina, y si lo hacen, es por problemas”, puntualizó el profesor.

 

Po José Luis Roríguez R.

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