“Doctorando en educación debe ser representante de un colectivo social, económico y cultural“: Recode

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Coordinadores, profesores y estudiantes de doctorado en el conversatorio.

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28 nov 2018

Comprender la intencionalidad, profundidad y lógica de una tesis doctoral en el campo educativo, de forma que desde diferentes posturas se logren identificar los retos y desafíos, pero también las perspectivas y teorías que les permite a los docentes darle identidad a la formación doctoral de la educación, fue el objetivo del conversatorio “Investigación en educación: retos y desafíos”, ofrecido el 26 de noviembre por la Red Colombiana de Doctorados en Educación (Recode), que sesionó teniendo como anfitrión al Instituto de Estudios en Educación (IESE), a través de su Doctorado en Educación.

El coloquio, moderado en el salón 93K por el doctor Yasaldez Eder Loaiza, de la Universidad de Caldas, tuvo como panelistas a los doctores Claudia del Pilar Vélez, directora del doctorado en la Universidad de San Buenaventura; Iván Sánchez, de la Universidad del Magdalena, y a la doctora Sandra Castillo, coordinadora académica del doctorado en Educación de la Universidad de Santiago de Cali, quienes debatieron sobre las preocupaciones alrededor de la investigación en educación y los desafíos para la producción de conocimientos.

“Nuestra pregunta (de la tesis doctoral) no debe responder solo a necesidades que hayamos detectado en nuestro campo de acción, es decir, tenemos que ver si esa pregunta tiene pertinencia social, si tiene algún impacto en lo que hacemos a nivel de nuestra comunidad o el sistema educativo en el que estamos”, advirtió Castillo.

Para Loaiza, en general, es posible llegar a un acuerdo básico respecto al carácter sistémico, suficiente y necesario que demanda la elaboración de una investigación en la formación doctoral.  Sin embargo lo importante, enfatizó, es lograr identificar cuáles son los campos de acción e investigación en los que se mueve y debe forjar la investigación en educación.

“No se puede pensar en desarrollar una tesis en la atención a modelos explicativos que orientan el derrotero de los proyectos y su cohesión, sustentados en argumentos que nacen de la intuición, las vivencias y creencias, sino amparados en una postura teórica, en una revisión en profundidad del estado del arte y en una formación metodológica que permita recorrer una adecuado trayecto investigativo”, ahondó el académico.

Desde la perspectiva de Iván Sánchez, de Unimagdalena, el territorio supone la apuesta por el contexto y la revisión de la literatura por parte de los grupos de investigación, de modo que se conciba un doctorando no como un individuo, sino como “un representante de un colectivo social, económico y cultural”.

“Éste a través de la educación puede aportar a un colectivo, inicialmente al que representa, pero a partir de ahí la inmersión en grupo es trascendental. El conocimiento que vaya generando debe apostarle a por la construcción de tejido social y cultural”, manifestó.

Después de 20 años de fundación de los doctorados en educación en el país, la directora Vélez considera que las universidades retoman un debate que ha sido muy difícil de asumir en los últimos años, pero que es igual de importante: ¿en qué se investiga en un doctorado en educación en Colombia? ¿En temas o en problemas?

“Los doctorados tienen que aportar conocimientos de unas nuevas comprensiones para poder pensar de otra manera las prácticas. Los estudiantes de doctorado cuando llegan, a veces de manera ligera, insisten en investigar solo temas y esos temas pueden ser importantes para el continuo de la acumulación de cambio y conocimiento, pero a veces quedan desconectados de la realidad, y con base en ello podemos tener mucha teoría educativa acumulada, pero poco impacto en las transformaciones sociales”, puntualizó Vélez.

 

Por José Luis Rodríguez R.

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