Educación virtual, una apuesta en desarrollo

Albert Sangrà, investigador de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), conversó en Uninorte, en el marco de Cátedra Europa, sobre los principales retos de la educación digital y su penetración en Latinoamérica. La apuesta por la calidad, continúa siendo el gran desafío.

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Albert Sangrà, durante su intervención.

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26 mar 2019

Los cursos y centros educativos que se lanzan a la aventura digital, ofreciendo programas cortos y largos 100% en línea, parecen ser una tendencia en crecimiento, aunque no haya cifras que así lo constaten. Albert Sangrà, investigador de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), conversó en Uninorte, en el marco de Cátedra Europa, sobre los principales retos de la educación digital y su penetración en Latinoamérica. La apuesta por la calidad, continúa siendo el gran desafío.

Surge un primer debate sobre la definición de educación online. Para Sangrà “existe poca concreción sobre lo que es y significa”, porque según regulaciones de distintos países, se generaliza el término con todo tipo de educación distinta a la presencial. Educación semipresencial, a distancia, en línea, entre otras, son puestas en el mismo paquete. Sin embargo para el investigador, que también pertenece a la UNESCO apoyando proyectos de educación y tecnologías para el cambio social, “mientras no exista unificación y claridad sobre los términos se dificultará aún más la legitimidad de la educación en línea”.

Este tipo de educación no es la solución a todos los problemas en el ámbito educativo, pero sí es un elemento más que llega a contribuir. “Muchos me preguntan si a futuro la educación en línea reemplazará la presencial, por supuesto que no, los centro educativos que hoy son fuertes de forma presencial no van a renunciar a ello”, explica el académico.

En Latinoamérica la educación en línea pasa por un momento crucial, buscando legitimarse ante el estado y la sociedad. Sin embargo, el poco registro de los datos o la no divulgación de estos, ha hecho más difícil los procesos de investigación, según Sangrà. De hecho no existen cifras actualizadas sobre el número de estudiantes que hacen parte de universidades virtuales, o que hayan tomado al menos una clase con este método.

En Colombia, las últimas cifras obtenidas señalan que hay alrededor de 316.952 estudiantes virtuales, los cuales representan 6.7% de la población de estudiantes. En México la cifra aumenta, aunque el porcentaje total no varía mucho al tener en cuenta su población estudiantil,  en el país azteca, los estudiantes en línea se acercan 500 mil personas.

Aunque no en todos se puede hacer el análisis, ya que ni siquiera cuentan con datos publicados que puedan medir el estado actual de la educación virtual, como es el caso de Panamá y Ecuador.

Otro de los aspectos que dificulta el desarrollo de la educación ‘online’ es la reglamentación, que a juicio de Albert Sangrà “no busca promover sino obstaculizar con las reglamentaciones que exige”. Los procesos de calidad diseñados hoy para la educación virtual no están diseñados desde indicadores efectivos. “A falta de investigación, recurren a métricas que fácilmente pueden llevar a errores como pensar que el tiempo conectado o el número de clicks, dan cuenta de la calidad de la educación recibida”, señala Albert.

Para el experto, ya se está transitando un camino hacia el posicionamiento de la educación virtual como una opción confiable, sin embargo Sangrà condiciona el prestigio a una suma de evidencias y visibilidad del trabajo que hacen los centros educativos virtuales. Invitó a continuar investigando y, sobre todo, a no caer en los errores más comunes de la educación virtual, como “pararse frente a una cámara y recitar un discurso, tal y como sucede hoy en las aulas tradicionales”.

Por Omar David Alvarez

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