“El río Magdalena es un ejemplo de la magnitud del impacto del hombre”: Marcelo García

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Marcelo García, profesor del departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de Illinois.

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05 jul 2016

Marcelo García es quizás el mayor experto de habla hispana en temas de hidráulica fluvial y costera. Considerado una referencia obligada en el campo de la mecánica de ríos, transporte de sedimentos e hidrodinámica ambiental, García es profesor del departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de Illinois desde 1990, formando un gran número de docentes de escuelas oceanográficas e hidrográficas de Latinoamérica.

Doctor en ingeniería civil y recipiente más de 25 premios y reconocimientos,  García visitó la semana pasada la Universidad del Norte, donde participó en la segunda edición del Día del Mar, realizado el 1º de julio. En los días previos sirvió como profesor invitado del curso ‘Escuela de Oceanografía 2016’, organizado por el departamento de Física.

Aunque ya había participado en proyectos en Colombia, como un estudio sobre inundaciones en La Mojana y un plan de restauración para el manejo de la cuenca del río Bogotá, el curso fue para García la primera oportunidad para conocer en persona las dinámicas de la desembocadura del río Magdalena, algo que siempre tuvo el propósito de hacer desde hace mucho, cuando obtuvo una copia del famoso croquis del río que realizó Alexander von Humboldt a principios del siglo XIX. Conversamos con él.

¿De dónde nace su pasión por las ciencias hídricas?

Yo nací en Córdoba (Argentina), pero me crié en Santa Fe, a orillas del río Paraná. El tema del agua siempre estuvo ahí candente.

¿Qué aspecto en particular llamó su atención del sistema de desembocadura del río Magdalena?

La característica que distingue bastante al río Magdalena es la cantidad de sedimento que transporta para el caudal de flujo que tiene. Es un río especial, pero creo que también es un buen ejemplo de la magnitud del impacto antrópico.

Con todas las actividades para mantener la navegación se ha cambiado un poco el equilibrio sedimentológico. Esos sedimentos que antes llegaban, arrimaban y alimentaban un delta, que se abría en forma de abanico, ahora eso ya no sucede.

En el afán de tratar de mantener la navegación, se ha canalizado prácticamente el río. Y a raíz de esto, por ejemplo, los sedimentos que llegan al mar terminan yendo al cañón del río Magdalena, a donde antes no tenían fácil acceso. Lo que ocurría es que eran transportados a lo largo de la costa y eso es lo que mantenía las playas vigentes. Obviamente, eso no es lo que uno se encuentra hoy en día.

En el tema de la hidráulica fluvial a veces lo que parece una buena solución a corto plazo, termina no siéndolo a largo plazo.

¿Cómo impacta esto a la sociedad?

Esto ha cambiado la morfología de la costa en las inmediaciones de la desembocadura a través de los años, y lo poco que pude ver en una visita a Puerto Colombia es que hay una gran cantidad de erosión.

Uno ve el espigón (espolón) que está en estado frágil y es obvio que ha habido muchas excavaciones. El océano tiene una energía que es infinita y el hecho que antes hubiera una isla y espigones naturales de arena, que controlaban la energía del oleaje, y esas estructuras sedimentológicas no estén más, hace que ahora toda esa energía se disipe prácticamente contra el frente de inicio de toda esa zona.

Ahora que se reconstruyó el malecón y se ha agrandado la playa, las preguntas que deberían surgirle a la sociedad son si es algo positivo, cuánto mantenimiento va a requerir eso, si es sostenible o no en el tiempo. Porque si no hay un balance de sedimentos que vengan de algún lado, las olas van a erosionar ese material y lo van a sacar y se va a regresar prácticamente a lo mismo.

¿Qué cree que se pudo hacer diferente en Colombia para amortiguar el efecto de la sequía prolongada que ocurrió recientemente?

Siempre que existen periodos prolongados sin precipitación va a haber la posibilidad de que existan sequías. Son consecuencias de fenómenos atmosféricos, pero que se ven exacerbadas por la actividad del hombre alrededor del río.

Deforestar junto a los cuerpos de agua, como se ha hecho en Colombia, es exactamente opuesto a lo que hay que hacer. En Estados Unidos, en Illinois y Iowa, que es la zona agrícola por excelencia, hay programas del gobierno en que a los agricultores se les paga un bono para que mantengan buffers para amortiguar a lo largo de los cursos de agua, mantener vegetación.

La vegetación les da estabilidad estructural a los márgenes, disminuye la cantidad de erosión que hay y es uno de los filtros más importantes que se pueden tener para sacar contaminantes.

Por otro lado, cuando estuvimos en la Mojana, me impresionó la cantidad de diques que están demasiado próximos al curso del río. Entonces cuando llueve mucho el río no tiene dónde ir y termina rompiendo los diques. Y eso es peligroso, porque la gente que vive del otro lado del dique tiene una sensación de seguridad que no es realista.

¿Cómo ha avanzado la investigación en su campo de estudio?

Una de las cosas que ha pasado en esta década es que ahora hay tecnología para medir, que antes no existía. Acá en la Universidad del Norte se utilizan medidores acústicos que facilitan mucho la medición del canal del río. Es una posibilidad de aprender que no existía hace 15 años.

Antes todo estaba más basado en modelación numérica y experimentos en laboratorio. Ahora el río mismo se ha vuelto el laboratorio. Yo creo que ustedes tienen una gran oportunidad acá. Tienen un gran capital que es el río y desde la zona del delta ustedes pueden saber cuál es la salud del paciente, en este caso el Magdalena. Y aparte, porque esta es una zona donde el río y el mar interactúan, es una zona morfológicamente rica e importante para la actividad pesquera e industrial.

Por Andrés Martínez Zalamea

El 1 de julio tuvo lugar en Uninorte el II Día del Mar, evento que reunió expertos en temas de oceanografía, historia, ríos y costas. Para más información sobre este evento haga clic aquí

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