García Lorca, el poeta que predijo su muerte

Flavia Fálquez, escritora y poeta barranquillera, hizo un recorrido por los últimos lugares por los que estuvo el español antes de ser fusilado y de cómo la figura de su muerte y la desaparición de su cuerpo se repite una y otra vez en sus obras de teatro y poemas.

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Flavia Falquez durante la conferencia.

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26 oct 2020

El poeta español Federico García Lorca es una de las figuras culturales de mayor influencia del siglo XX. Su desenlace, fusilado a manos del creciente régimen autoritario en España de 1936, lo configura como una figura trágica, que predijo en sus poemas su propia muerte. 

Flavia Falquez, poeta barranquillera radicada en Granada, viene estudiando de manera ininterrumpida desde hace 40 años a García Lorca, especialmente el concepto del duende. El español definía duende de muchas maneras, entre ellas “un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar (...) Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre, de viejísima cultura, de creación en acto”.

De acuerdo con Falquez, hay teoría pero también ‘magia’ en torno al duende, pues no solo da cuenta de su teoría estética —se dice que él era también una “gran obra de arte en sí”—, sino también de su particular capacidad de predecir y relatar su muerte en obras de teatro y poemas que escribió. La escritora estuvo invitada recientemente por la Editorial Uninorte, en el marco de la Cátedra Europa, para hablar sobre García Lorca y su reciente adición a la Colección Roble Morado, Tigre y paloma

En la conferencia se hizo un recorrido por los lugares por los que estuvo los días antes de morir en Granada. García Lorca regresa de Madrid a esta ciudad el 13 de junio de 1936, pues los ánimos estaban caldeados por homicidios de líderes tanto de la Falange, o la extrema derecha, como del gobierno republicano. Se hospedó en la huerta de San Vicente, una casa de campo de su familia, que hacía parte de una élite acaudalada de la ciudad. 

A García Lorca le hacía bien esta huerta para trabajar, allí había escrito el Romancero gitano y Bodas de sangre, entre otros títulos. “La huerta termina convirtiéndose para Lorca en la imagen del paraíso”, anotó Falquez.

La situación política de Granada se tornó inestable con las capturas por parte de rebeldes del comandante militar de la ciudad, el gobernador y el alcalde a los pocos días de llegado García Lorca. Entre los nuevos objetivos de estas fuerzas subversivas se encontraba el poeta, quien vio su paraíso irrumpido por escuadras de la Falange el 6 de agosto, acusándolo de ser un espía ruso. A los tres días volvieron, buscando a su casero, en un episodio que terminó en una trifulca entre los militares y García Lorca. 

Ante el inminente peligro se refugió en la casa de los Rosales, una familia que tiene entre sus miembros a dirigentes de la Falange, pensando que sería el último lugar en el que lo buscarían. Sin embargo, allí fue capturado el 16 de agosto. Su familia desembolsó una gran suma de dinero para su liberación, sin embargo, cuando llega la orden de liberación, el 18 de agosto, ya había sido fusilado en un lugar conocido como la Colonia, a donde llevaban a los desaparecidos, “a los que nadie nunca iba a saber qué pasó con ellos”, anotó la conferencista. Hoy en día un monolito conmemora el lugar donde fue fusilado, al pie de olivo. Sus restos nunca fueron hallados. 

Así lo predijo en poemas como Fábula y rueda de tres amigos, que escribió en 1929-1930: Cuando se hundieron las formas puras, / bajo el cri cri de las margaritas, / comprendí que me habían asesinado. / Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, / abrieron los toneles y los armarios, / destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. / Ya no me encontraron.

También en Por las ramas del laurel: “«Vecinita», les dije, / «¿dónde está mi sepultura?» / «En mi cola», dijo el sol. / «En mi garganta», dijo la luna”. Esta imagen poética de su muerte se repite en García Lorca, y para Falquez, es la muestra del duende, de vivir y ser el arte hasta en la muerte.

Por Leonardo Carvajalino

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