Incertidumbre mundial por la dinámica petrolera

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25 feb 2015

El desplome en los precios del petróleo en los últimos meses ha generado preocupación en muchas economías emergentes como la colombiana, donde las exportaciones dependen sustancialmente de estos productos. La situación es tan compleja que hoy son pocos los que se atreven a hacer pronósticos.

Hasta hace dos años nadie vislumbraba una caída tan drástica en el precio del petróleo (desde finales de 2010 hasta noviembre de 2014 el barril de petróleo WTI casi no bajó de los 80 dólares).

La caída de los precios en la actualidad es el resultado de varios factores. En primer lugar está el aumento de la oferta, debido a la creciente producción de crudo en Estados Unidos, el mayor consumidor del mundo. El mapa petrolero mundial se transformó, pues esta nación que no hace parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) se está convirtiendo en uno de los principales productores. Para 2019 podría llegar a ser el primer productor.

En segundo lugar, la demanda internacional ha caído drásticamente, por la reducción de las importaciones de economías europeas y de Estados Unidos a países exportadores como Colombia, Venezuela y Nigeria. "La interacción de estos dos aspectos condujo a una disminución del precio, agravada por la competencia entre productores que han propiciado bajas adicionales de precio para no perder cuota de mercado ante la competencia", explicó Camilo Almanza, docente del Departamento de Economía de Uninorte.

Ante esta situación los más perjudicados son los grandes productores, es decir los miembros de la Opep, así como aquellos países donde las exportaciones de crudo representan un porcentaje importante de sus exportaciones totales, por ejemplo, Ecuador, Colombia, México, Brasil y Argentina en Latinoamérica.

Los grandes beneficiarios son los países importadores y principalmente aquellos en desarrollo. Según Almanza, los precios más bajos contribuyen al crecimiento y reducen las presiones fiscales, externas e inflacionarias.

Bajas en el precio de la gasolina en Colombia
En el país la discusión se ha enfocado en el precio de la gasolina y la fórmula que se utiliza para determinarlo, la cual no refleja la caída de los precios internacionales del petróleo. El domingo pasado el Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, anunció una disminución de 300 pesos en el galón de gasolina.

Una medida que despertó críticas en algunos sectores que no lo ven como una baja racional teniendo en cuenta el precio internacional del petróleo. Sin embargo, el gobierno manifiesta que ha equilibrado el precio interno con el internacional de los combustibles. Lo cierto es que muchos aun no entienden el esquema que se utiliza para establecer el precio máximo de venta al público de la gasolina automotor, lo cual ha generado desconcierto en la población.

La fórmula utiliza el concepto económico de costo de oportunidad para determinar el precio final al consumidor e incluye tres criterios: primero la brecha entre el precio reconocido al productor local y el precio de paridad de exportación; segundo la tendencia del precio internacional del petróleo, y tercero la definición de topes para los posibles ajustes en el precio al productor de la gasolina.

"En principio este es un buen mecanismo para hacer frente a la alta volatilidad de los precios del petróleo, ya que tiene en cuenta los precios internacionales, entre otros factores, para la fijación del precio interno", expresó Almanza.

Pero en el país no siempre cuando baja el precio del petróleo lo hace el de la gasolina. Hoy Colombia tiene uno de los combustibles más caros de la región. Esto se debe a varias razones. Una de ellas es que los impuestos representan más del 30% del precio de la gasolina. Aunque la reducción del precio internacional del petróleo ha acumulado un 50%, no necesariamente se ha reflejado en una reducción proporcional en el precio interno de la gasolina, lo cual se debe fundamentalmente a las sobretasas e impuestos al combustible.

"Colombia es un país exportador de petróleo y para garantizar un precio internacional, a las petroleras se les garantiza un costo de oportunidad por no exportar. Esto, sumado a los costos adicionales, sobretasas e impuestos, convierte a la gasolina, a pesar de la reducción, en una de las más costosas en Latinoamérica", dijo Jahir Lombana, director académico de la Escuela de Negocios de Uninorte.

De acuerdo con Almanza, la fórmula que utiliza el gobierno tiene en cuenta la cotización promedio de los últimos 60 días y no la última cotización, además, le asigna un gran peso a la tasa de cambio representativa del mercado (el peso se ha devaluado cerca del 30% en los últimos 6 meses), y pondera las cotizaciones del biodiesel y el etanol que se utilizan para la mezcla de combustibles en Colombia.

¿Bajaran los precios de los alimentos?
En la economía todo está relacionado de alguna manera. Si el precio del petróleo baja, el de la gasolina también tiende a bajar. Y si este combustible baja, es de esperar que haya una disminución real en los productos de que mueve el comercio interno, como los alimentos, puesto que este representa el principal gasto de producción y operación del comercio.

Según Lombana, la disminución de la gasolina debe tener un efecto directo en la canasta familiar de los colombianos. "Existen dos componentes fundamentales que afectan el índice de precios al consumidor (IPC): los alimentos y el transporte, que evidentemente se afectan por variaciones en el precio de la gasolina. El efecto natural es la reducción de precios de manera directa en el transporte e indirecta en los alimentos, por el transporte de alimentos a los centros de distribución".

Pero no sólo los alimentos se verán afectados, sino el vestuario, la educación, la salud, la vivienda etc., de manera aún más indirecta en la medida en que procesos para el desarrollo de estas actividades incluyan combustibles fósiles (gasolina). Las zonas con alta dependencia en el transporte terrestre y proveedores de alimentos pueden percibir el impacto de primera mano. De todas formas, el efecto de reducción de precios se debería trasladar desde el productor, hasta el consumidor final, independientemente de su localización.

El dilema del fracking
El rendimiento de la producción de crudo en Estados Unidos gracias al mayor dinamismo en la exploración y explotación de recursos no convencionales (shale oil), como el fracking, puso a Colombia pensar en implementar esta práctica en el territorio. Sin embargo, son muchas las críticas que esta iniciativa despertó a nivel nacional.

¿Qué es shael oil? Se trata del petróleo y gas natural que se encuentran atrapados en el subsuelo en las formaciones rocosas poco permeables denominadas gas esquisto. Suelen encontrase a profundidades de entre mil y cinco mil metros.

La explotación se hace a través de la práctica denominada fracking o fraccionamiento hidráulico. Una forma de explotación de hidrocarburos en la que una mezcla de agua, arena y productos químicos es inyectada al subsuelo a alta presión con el fin de fracturar la tierra y liberar los hidrocarburos en forma de gas. Dicha práctica ha sido criticada por el alto impacto negativo para la salud, debido a los gases que emana y los efectos que tiene sobre el medio ambiente.

En Colombia, según David Díaz, docente del Departamento de Economía de Uninorte y especialista en economía ambiental, las primeras noticias de reserva muestran que no hay gran potencial del gas esquisto en comparación con países como Estados Unidos, líder mundial en este tipo de reservas. En su opinión, el país no tiene necesidad de buscar reservas de este tipo, debido a que cuenta con grandes reservas de carbón que podrían ser gasificadas, si es que se teme que el uso directo del carbón contamine más el ambiente.

"Las posibilidades de gas esquisto a partir del fracking son muy bajas, pero son altas las posibilidades de que las fractura de rocas en las cordilleras colombianas o en las zonas donde se cree que hay depósitos de esquisto tengan efectos directos negativos sobre el agua, sobre el subsuelo son altas, ya que podrían generar en el futuro hundimientos del suelo o cambios en la orografía, que podrían ser muy negativos para la agricultura y para la conservación de las reservas del agua", agregó Díaz.

De igual manera considera que hay que sopesar que tanto se justifica la fractura de la roca para obtener unas reservas de gas que van a tener un costo ambiental alto, comparado con aprovechar el carbón. "El gobierno no ha hecho el cálculo o el esfuerzo por mostrar que es más barato el fracking que gasificar el carbón, y mientras no demuestre eso creo que no valdría la pena seguir apoyando una supuesta panacea del fracking".

Por Grupo Prensa

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