La importancia de los humedales y el futuro de su conservación

Tatiana Lobato de Magalhães, investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro visitó Uninorte 
 y habló del área en que trabaja: genética de paisaje

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Tatiana Lobato durante la charla que se llevó a cabo en el salón 32G2.

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26 sep 2019

“Los humedales son ecosistemas claves para hacer una conexión del paisaje como un todo”, afirmó Tatiana Lobato de Magalhães, investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro y presidenta del capítulo internacional de la Society of Wetlands Scientists. La académica visitó Uninorte el 20 de septiembre para hablar sobre estos ecosistemas que se encuentran en peligro, debido a la intervención antrópica y que son fundamentales para conectar los ambientes terrestres y acuáticos. 

El concepto de humedal, según la definición acordada en la convención RAMSAR de 1971, comprende extensiones de marismas, pantanos y turberas o superficies cubiertas de agua temporal o permanente, de forma estancada o corrientes, dulces, salobres o saladas. Es decir, es un espacio que se presenta en todo tipo de latitudes y altitudes. Por ejemplo, en nuestra costa Caribe, se ven comúnmente los manglares y pantanos. 

Lobato recalcó que estos ecosistemas proveen servicios ecosistémicos como retención de sedimentos, descarga de agua subterránea e inclusive mitigación de desastres. Además permite y promueve la biodiversidad tanto con especies directamente relacionadas al ambiente acuático, como fauna que va de paso. 

La doctora en Ciencias Biológicas se encuentra trabajando en el área de genética de paisaje que, a partir del ADN recogido en campo, analiza diferentes factores del ecosistema, como por ejemplo ¿qué ayuda o restringe la conectividad en los humedales? Su más reciente investigación la realizó en los humedales temporales de agua dulce en el altiplano mexicano. Estos se caracterizan por llenarse de agua y permanecer durante la temporada de lluvias.  

Advirtió que recientemente (2014) se ha comenzado a reconocer este tipo de humedales como un espacio que debe ser protegido por ley. Antes de esto, evocó, se pensaba que eran biológicamente aislados y por ende no había una necesidad imperante por conservarlos. 

Algunas de las especies más afectadas por esta creencia fueron las plantas acuáticas. Alrededor del 25% de ellas figuran en el listado internacional de especies en peligro de extinción. Lo que le es aún más preocupante es que se han realizado estudios en torno a ellos y se ha identificado que alrededor del 30 % tienen potencial de uso médico, biótico o como biofiltradores. 

En sus estudios en México, la investigadora encontró que genéticamente había baja incidencia en la distancia entre humedales para determinar las similitudes en las especies que albergan, es decir, no había un patrón geográfico. Pudo establecer una tendencia en la categoría de tamaño, entre más área, había más conectividad con otros ecosistemas y por ende una mayor biodiversidad genética. Estos son solo algunos de los hallazgos que realizó, que develan el potencial de la aplicación de estas técnicas en el conocimiento que tenemos del medio ambiente. 

“El gran potencial de la genética de paisaje es utilizarla para determinar acciones, para planes estratégicos de conservación. Saber dónde conservar, qué tamaño de área y qué es necesario hacer para mantener un mayor flujo de genes y asegurar la conectividad”, concluyó la invitada.

 

Por Leonardo Carvajalino

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