“La transición energética no puede quedarse en deseos, tenemos que explorar, investigar y calcular”: Carlos Meza

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Carlos Meza González durante su conferencia en la VI edición de la Cátedra de Economía del Caribe.

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01 nov 2018

La energía es uno de los temas fundamentales de nuestro tiempo y su estudio, desde el ámbito económico, es necesario para los retos a futuro que se vienen con el cambio climático. Para Carlos Meza González, investigador posdoctoral de la Universidad de Sao Paulo, las energías renovables alternativa para mitigar los daños que han causado los combustibles fósiles en el medio ambiente deben comenzar a estudiarse no como una utopía, sino desde las cifras, el mercado y el costo de su implementación.

“La transición energética no puede quedarse en deseos, tenemos que explorar, investigar y calcular cómo lo hacemos, cuánto cuesta, qué condiciones hay en el mercado, cuáles son los puntos a mejorar”, afirmó el nicaragüense durante la conferencia que dictó en la mañana del 31 de octubre en el salón 13G2, en el marco de la VI edición de Cátedra de Economía del Caribe.

Meza estudió las tendencias de las transiciones energéticas y detectó un patrón común: el lapso prolongado de años que toma, alrededor de 60 años. “La era de fósiles no se va a terminar por la falta de combustibles, así como la edad de piedra no se terminó por la falta de piedras sino por una transición energética que reemplazó lentamente la leña con el carbón vegetal”, analizó el investigador del Institute of Energy and Environment.

Por ejemplo, en 1840 el carbón componía el 5% de la energía del mundo; a principio de siglo pasó a generar el 50%. Así también, 1915 la gasolina solo era utilizada en menos de 5%, hasta que a mediados de los años sesenta era el combustible para más de la mitad de las cosas. Hoy en día, las energías renovables solo componen el 4% de la energía utilizada en el mundo. Meza incluso identificó durante sus investigaciones que América Latina está por encima del promedio del mundo, con el 5% de su energía proveniente de fuentes renovables.

Meza mostró tres casos de éxito de energías renovables como Bolivia y Paraguay. El primero posee grandes reservas de litio, material utilizado para baterías, y de gas natural, un combustible denominado de transición por su flexibilidad. Los guaraníes, por otro lado, tienen la más alta producción de energía hidroeléctrica per cápita en el mundo, y con solo el 20% de lo que recaudan abastecen el consumo interno de su país.

Desde la perspectiva del investigador, no se debe dejar de utilizar las energías provenientes de combustibles fósiles, sino que esta actúe como un complemento y una actividad económica que da réditos financieros.

 

La unificación energética de América del Sur

 

“Los retos que tenemos hoy, en el siglo XXI, no es posible enfrentarlos solo con una agenda nacional. Hoy los temas son universales, por lo tanto tendremos que cambiar la manera de hacer política”, aseguró Thauan Santos, Ph.D. en Planeación Energética, otro de los invitados a la cátedra.

El brasileño concentró su intervención en una posible integración energética de América del Sur y cuáles serían los beneficios y obstáculos que este proyecto tendría. Según Santos, el primer y crucial tema para que esto ocurriera es la “voluntad política” de los dirigentes, ya que no existe una institución que aglomere a los países del continente y que tenga autoridad alguna para llevar a cabo planes a esta escala.

Santos identificó que las actuales organizaciones, como Mercosur (que no incluye a Bolivia ni a Venezuela) y Unasur no están llevando a cabo esta tarea. Por ejemplo, la Comisión 9 de Mercosur, encargado de la energía, no se reúne desde 2011. Así también, la inversión en los proyectos de Unasur cae significativamente con el tiempo a tal punto que nunca se llevaron a cabo.

El docente de la Universidad de Sao Paulo identificó que de llevarse a cabo la integración energética en América del Sur, caería ostensiblemente los gastos por infraestructura en redes y necesidad de expandir la capacidad instalada, además que bajaría la emisión de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, según Santos, el panorama actualmente no es el mejor para esta unificación desde el punto de vista político, teniendo en cuenta los enfrentamientos entre las diferentes corrientes de nacionalismo. “Brasil no está involucrado en iniciativas con Mercosur, Argentina tampoco. Es un fenómeno global, está Trump en Estados Unidos, el Brexit en el Reino Unido. Esta agenda hoy parece imposible, pero para nosotros en la academia, desde una perspectiva política, social y ambiental, vale la pena desarrollarla”, concluyó el conferencista, haciendo referencia a una requqerida unión tras la necesidad de un desarrollo sostenible para toda la región.

Por Leonardo Carvajalino

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