Las causas de la violencia intrafamiliar analizadas desde la psicología

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La psicóloga María Amaris, durante du intervención en el evento.

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28 sep 2017

Según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal, en el 2016 se reportaron 77.182 casos de violencia intrafamiliar en el país, de los cuales, 50.707 correspondieron a violencia de pareja. Así mismo, la entidad reportó que en los últimos 10 años, se reconocieron 122.328 denuncias por maltrato contra niños y adolescentes, lo que equivale a 840 casos cada mes y 28 por día.

Otros datos como estos fueron aportados por Alberto de Castro, decano de la División de Humanidades y Ciencias Sociales de Uninorte, durante su intervención en el acto de apertura de la Jornada de Actualización en Psicología; evento que en su octava edición abordó la temática de violencia intrafamiliar y género, a través de conferencias presentadas por expertos locales.

“Si miramos el tema de la violencia, se supone que es el último recurso que debe tener el ser humano para hacer defender su integridad, lo que es valioso, necesario e importante; pero al parecer se está convirtiendo en el primero”, reflexionó el decano durante este evento realizado el pasado miércoles, 27 de septiembre.

Por su parte, Luis Felipe Zapata, docente del Departamento de Psicología y coordinador de la Jornada, destacó que las características propias de la violencia intrafamiliar lo convierten en un fenómeno mucho más complejo que otros, ya que las agresiones son cometidas por personas cercanas a la víctima, y al ocurrir dentro del núcleo familiar, estas se presentan de forma repetitiva.

Aunque este tipo de violencia abarca las agresiones físicas, sexuales y emocionales que se cometen contra los niños o personas mayores que forman parte del núcleo familiar, Zapata se centró en las implicaciones de la violencia contra las mujeres, ya que, según él, “es la más frecuente”. 

Por lo que mencionó algunas de las causas que desde la psicología se han identificado como detonantes para las conductas violentas por parte de sus parejas. Estas van desde experiencias negativas durante su crecimiento, factores psicosociales, hasta las circunstancias socioeconómicas y el nivel educativo del individuo.

“Si revisamos las estadísticas encontramos que la violencia intrafamiliar y la violencia de género están relacionadas con la baja educación, que está muy presente en estratos 1 y 2. En estratos 4 y 5 también se da, solo que no hay una significancia estadística desde un punto de vista social. Y cuando se contrasta con educación, vemos que los agresores tienen un nivel educativo bajo igualmente”, sentenció el profesor.

De igual forma se refirió al impacto que se genera sobre la víctima, relatando que mediante los actos de violencia física o emocional, el agresor busca mantener el control sobre su pareja y negarle su valor e identidad como persona, creando “serias implicaciones para la estructura psicológica de la mujer”.

“Cuando las mujeres son sometidas a violencia por largo tiempo, tienden a la depresión y a la ansiedad. En otras se genera estrés postraumático, y esto muchas veces las condiciona, inhabilitándolas para poder crear relaciones con otras personas”, ilustró.

Para el experto, este es un flagelo universal, difícil de erradicar, por lo que debe tratarse desde distintas perspectivas y estrategias. Entre ellas la creación de políticas públicas y programas gubernamentales que contribuyan a informar y educar emocionalmente a las familias. Así mismo cree que desde la psicología se le debe brindar un acompañamiento clínico a los agresores, llevando a cabo estudios que permitan entender las razones específicas de su historial de violencia, para ser tratados.

Violencia y disfuncionalidad familiar

Este fue el título de la conferencia inaugural de esta Jornada, la cual fue impartida por la psicóloga y profesora de Uninorte, María Amaris. Durante su presentación ella explicó cómo las habilidades emocionales, y la calidad de relación que se de entre padres e hijos, permiten clasificar a las familias en funcionales y disfuncionales, siendo estas últimas más propensas a tener situaciones de violencia.

“La violencia es parte de la disfuncionalidad que se presenta en las familias con características como falta de empatía y sensibilidad hacia los miembros de la familia, lo que impide poder apoyarlos. Estas también creen que el maltrato es la única manera para corregir, y se da una negativa a reconocer ese comportamiento abusivo como un problema real”, afirmó la experta.

Amaris manifestó que mientras en las familias funcionales sus miembros respetan sus individualidades, son colaborativos, y mantienen un equilibrio sobre el tiempo que comparten y la forma de expresar sus emociones, en los entornos disfuncionales las figuras paternas no logran establecer límites ni un correcto liderazgo. También se les dificulta establecer una buena comunicación por lo que su cercanía es limitada o nula, lo que trae consigo barreras emocionales.

Por María Margarita Mendoza

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