Las particularidades de la educación superior de América Latina frente a la covid-19

En la más reciente edición de la revista de Educación Superior en América Latina (ESAL) expertos de cada uno de los países del continente desglosan cómo ha sido la respuesta ante la crisis de la pandemia desde el punto de vista educativo y los retos a los que se enfrentan durante esta ‘nueva normalidad’.

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Con el paso a educación remota, los países enfrentan retos como el acceso a Internet, capacidad de adaptar la práctica pedagógica y la deserción.

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13 jul 2020

“Esta es una crisis como nunca antes había vivido la educación superior. Cierto, las universidades ya han sobrevivido epidemias y pandemias y han salido airosas, pero esta es la primera vez que una pandemia afecta a un sistema de educación superior que cobija a un porcentaje tan alto de la población total mundial”, afirmó Iván Pacheco, editor de la revista de Educación Superior en América Latina (ESAL), quien dedicó su más reciente edición a analizar la respuesta en nuestro continente desde los puntos de vistas de expertos de cada uno de los países. 

Esta es la octava edición de la publicación que realiza Uninorte en alianza con el Centro de Educación Superior Internacional (CIHE) de Boston College, el Centro de Estudios en Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE) de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y el Sindicato das Mantenedoras de Ensino Superior (SEMESP) de Brasil. Pacheco contó que le apuntaban a mostrar una visión de conjunto de cada país, pues aún cuando se vislumbraban elementos comunes, era importante dar respuesta a los vacíos en la información que cuentan las particularidades que viven en los diferentes lugares. 

En términos generales, Pacheco anotó que el costo económico de la pandemia será compartido por todos. Las universidades verán mermados sus ingresos, los gobiernos serán presionados a invertir más en la educación (y en la educación superior en particular), y los estudiantes deberán seguir cubriendo los costos de su enseñanza, que no se limitan al valor de la matrícula.

“Se viene un período de reajuste, de negociación, si se quiere, en el que se buscará reorganizar estas cargas. Esta negociación no puede ser de un modelo de suma cero, sino que debe buscar el beneficio de todas las partes”, dijo. El sistema de educación superior solo puede ganar si estudiantes, docentes, universidades y gobiernos encuentran soluciones a sus necesidades reales. Esto no quiere decir que todas las exigencias de las distintas partes deban ser satisfechas, sino que hay que encontrar el punto en el que lo necesario es cubierto de manera satisfactoria. 

Pacheco argumentó que el reto, para gobiernos y la sociedad en general, será para garantizar que el mayor número de estudiantes permanece en la educación superior y que las IES pueden continuar prestando sus servicios a la sociedad. Al mismo tiempo, la crisis obligará a las IES a redefinir su relación con la sociedad en términos de desarrollo económico y social.

El 9 de julio se llevó a cabo un conversatorio con algunos de los autores de los capítulos como Carmen América Affigne, profesora e investigadora asociada del departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Simón Bolívar, en Caracas-Venezuela; Ana Fanelli, investigadora principal del CONICET en el área de Educación Superior del Centro de Estudios de Estado y Sociedad en Argentina; y Salvador Malo Álvarez, director de la consultora independiente Aseguramiento de la Calidad en la Educación y el Trabajo (ACET) de México. 

De acuerdo con Fanelli, una de las respuestas desde el Gobierno ha sido la inversión en investigación en las universidades, a través de distintas líneas de financiamiento. Cerca de 64 proyectos, que tendrán un valor de 5 millones de dólares, son trabajados en Argentina en temas relacionados con la pandemia en diferentes áreas del conocimiento. 

Uno de los retos que vive el sistema educativo en este país es que solo el 11 % de los docentes son de tiempo completo. Esta cifra es relevante en el contexto de la virtualización puesto que no son especialistas en pedagogía, lo cual dificulta la transición de sus prácticas. Adicionalmente, muchos de ellos tienen otra profesión que limita el tiempo que tienen para responder a las necesidades que sus estudiantes poseen. 

Desde Venezuela, Affigne contextualizó que desde 2014 vienen con un escenario crítico que se agudizó por la pandemia. Lo describió como una “emergencia compleja”, en referencia a la situación de vulnerabilidad transversal de la nación, sus instituciones y su población. En ese sentido, la transición a la modalidad remota ha estado llena de obstáculos y barreras de acceso a servicios, de inestabilidad y falta de fondos. 

Una de las formas para resolver esta crisis en la educación es que entren ayudas y financiamiento de agencias internacionales. De acuerdo con la académica, es extremadamente importante que continúe el apoyo en áreas como salud y alimentación, al tiempo que también llegue capital a la educación, pues la inversión en desarrollo social es una vía para batallar la crisis que vive Venezuela. 

Malo Álvarez señaló que la situación mexicana es preocupante pues se caracteriza por la poca preparación e incertidumbre que hay para la transición a la modalidad remota para este segundo semestre. Se subestimó la duración de la covid-19 y el pleno de las universidades comienza en septiembre. 

El resultado de esta mala preparación impactará a todos los actores del sistema. Especialmente, las instituciones privadas más pequeñas y vulnerables están en riesgo de desaparecer y es probable que no sobrevivan a esta crisis. “Tenemos que pensar en cómo transformar la educación de tal forma que podamos convertir esta tragedia, o tropezón, como una manera de lanzarnos hacia adelante y avanzar de manera significativa”, concluyó.

Por Leonardo Carvajalino

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