Los efectos del cambio climático en el comportamiento del mar

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Los conferencistas de la quinta edición del Día del Mar.

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15 jul 2019

“Lo maravilloso de este día es que nos permite resolver un complejo de culpa; no le hemos dedicado el esfuerzo que debemos dedicarle al mar, hemos vivido de espaldas a él”, dijo el vicerrector Joachim Hahn durante el discurso de apertura del Día del Mar, que se llevó a cabo el 12 de junio en el salón 13G2 del edificio de Posgrados. La quinta edición del evento que organiza el departamento de Física y Geociencias, en conjunto con el Museo Mapuka, tuvo como objetivo precisamente mirar y estudiar, desde múltiples disciplinas, las amenazas y oportunidades que en el mar subyacen. 

 

Desde 1950, se ha disparado la cantidad de CO2 en la atmósfera del planeta y a este componente, producto de diferentes actividades humanas, se le atribuye la subida en la temperatura. El calentamiento, según Gabriel Díaz, investigador de la Universidad de Cantabria, España, trae consigo cambios en lo que conocemos el ‘deber ser’ del mar debido a que la capa superior es la que absorbe la mayor cantidad de esta subida en la temperatura. Por ejemplo, en el caso de los huracanes, la consecuencia de la mayor energía que produce el calentamiento conlleva a que haya una mayor frecuencia, tengan mayor fuerza y se presenten en nuevos lugares. 

Teniendo en cuenta esta relación entre la actividad humana y el calentamiento global, Díaz manifestó que existen varios escenarios climáticos a los que nos podemos enfrentar hacia 2100. “El peor escenario es no hacer nada, dejar pasar la situación. Ahí no cabe duda, los cambios van a ser graves. Una migración poblacional muy grande, impacto ecológico de especies grandísimo, y pérdida de infraestructura humana”, describió. Tormentas tropicales como el huracán Sandy de 2012, que dejó daños de 60 mil millones de dólares en Estados Unidos y el Caribe, ocurrirían dos veces al mes. 

Según Rafael Ricardo Torres, oceanógrafo y docente del departamento de Física y Geociencias, si bien se proyecta que el nivel del mar puede subir hasta 80 centímetros, la situación es mucho más delicada si se tiene en cuenta la rapidez con la que se están derritiendo los glaciares en la Antártida y Groenlandia. “Por el cambio climático, agua más caliente, que se llama agua circumpolar antártica, está llegando a la base de estos glaciares, y hace que ellos se derritan. En la medida que se derriten, ese manto de hielo no va a tener donde sostenerse y va a pasar más agua de la tierra al océano”, explicó Torres. Se ha calculado que si se derrite todo el hielo antártico, el nivel del mar puede subir hasta 60 metros.  

Otra situación a tener en cuenta es que todas las construcciones hechas por manos humanas cercanas a una costa tienen tres elementos en cuenta: dirección del viento, nivel de mar y oleaje. ¿Qué pasa cuando el cambio climático que estamos experimentando en la Tierra cambia poco a poco cada uno de estos cálculos? Díaz aseguró que hay un impacto importante en desgaste de materiales y que este tipo de infraestructura está perdiendo décadas de vida útil. 

Ante estos cambios sutiles pero constantes en el medio ambiente, varias especies de fauna y flora cesarán de existir. Tal ha sido el caso en las playas del departamento del Atlántico, como lo reveló la docente de la Universidad del Atlántico, María Gracia Clavijo. La bióloga marina realizó un estudio de la biodiversidad de la costa y halló que los desechos sólidos que flotan por nuestras playas son la principal amenaza a estos ecosistemas. Al proyectar estas malas prácticas de control de deshechos en el tiempo, los 3.7 ítems de basura por metro cuadrado, que actualmente tienen las playas de nuestro departamento, crecerían exponencialmente. 

“Está en nuestras manos”

Díaz, doctor en Ingeniería de Costas y Puertos, señaló que estos escenarios apocalípticos se pueden prevenir con acciones contundentes y constantes que deben comenzar ya. Lo primero es partir del marco legal, y organizar los parámetros a cumplir en el ordenamiento del territorio costero, que en el caso de nuestro país, se verá especialmente afectado por el incremento en el nivel del mar, que se encuentra subiendo a un promedio de 3 milímetros por año. 

Germán Rivillas, docente e investigador del departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de Uninorte, habló sobre una de las alternativas que está estudiando en términos de repensar la forma en que buscamos mitigar los efectos del cambio climático. En lugar de levantar más barreras de hormigón (que producen el 8 % del CO2 en el planeta), Rivillas propuso el concepto de infraestructura verde que consiste en trabajar de forma conjunta con biólogos para definir medidas flexibles, de bajo costo, utilizando procesos y materiales naturales. 

“Lo que se tiene que hacer es pensar en particular. No podemos cometer el error de pensar un diseño estratégico genérico, no podemos decir, quiero proteger toda la costa del Atlántico con este proyecto. Tenemos que ir obra por obra, metro por metro, y decir qué requiere cada una”, complementó Díaz. 

No obstante, esto precisa de una atención nunca antes prestada al mar. Amelia Aguiar, doctora en historia económica y social de la universidad de Nueva Lisboa, argumentó desde su experticia del contexto portugués, que desde la edad media estos cuerpos de agua han sido vistos desde el crisol de la política y economía. El mar es un espacio que no permite apropiación, no se pueden fundar ciudades ni izar banderas en él, señaló Aguiar, y por ende la estrategia para adueñarse de él siempre tuvo como base el control de la costa. 

Esta dinámica continúa hasta el día de hoy, en el que existe una tensión entre el desarrollo económico y la protección del medio ambiente. Sin embargo, de ser correctas las proyecciones de quienes estudian el fenómeno del cambio climático, será imposible ignorar el agua, que a un paso lento pero seguro, se acerca cada día más a nuestras puertas.  

Por Leonardo Carvajalino

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