Oportunidad para el Caribe colombiano

Publicamos el análisis realizado por el profesor Alexander Villarraga para la revista Semana, en el que presenta la situación de la región frente a la crisis generada por la pandemia del covid-19, y de cómo podría proyectarse como una de las que podría salir mejor libradas en la pospandemia.

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Alexander Villarraga, director del IEEC de Uninorte, analiza la economía del caribe de cara a la pandemia.

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02 dic 2020

La región Caribe tiene una importancia fundamental para el análisis del crecimiento y el desarrollo económico en Colombia. No solo porque, en conjunto, representa una participación importante de la producción nacional y el empleo, sino también porque—precisamente como consecuencia de su dinamismo económico—es una de las regiones donde más se han logrado avances en la reducción de la pobreza.

Al menos así lo muestran los datos hasta antes de la actual pandemia. Las consecuencias económicas de la pandemia sobre este dinamismo, sin duda dependerá de muchos factores, pero la región Caribe podría proyectarse como una de las que podría salir mejor libradas en la pospandemia dependiendo de las intervenciones efectivamente implementadas. 

Para empezar, la región Caribe representa alrededor del 15 % del PIB colombiano a nivel agregado. Por departamentos, Atlántico (4,2 %) y Bolívar (3,5 %) son el sexto y octavo en importancia por su contribución a la producción nacional, según cifras del DANE sobre los últimos 15 años. Si bien la contribución al crecimiento agregado promedio a nivel nacional (3,9 %) ha sido de solo 0,6 puntos porcentuales, es relevante destacar que el crecimiento económico de la región Caribe en este período ha estado levemente por encima del promedio nacional.   

En materia de desempleo, la región se destaca por mostrar la menor tasa de desempleo del país. Los logros alcanzados en formalidad del trabajo son, sin embargo, menores en las ciudades de la costa caribe en comparación con ciudades de otras regiones. El promedio histórico sobre la proporción de trabajadores en el sector informal es mucho mayor (62 %) para Barranquilla, Montería, Cartagena, Valledupar, Riohacha, Santa Marta y Sincelejo, que para las ciudades que no hacen parte de la región (55 %).

En términos del comportamiento más reciente del mercado laboral colombiano, la recuperación del empleo en las ciudades a agosto del presente año se vio jalonada principalmente por el empleo no asalariado y el informal, lo cual puede leerse como una buena señal en la región Caribe, dada la alta informalidad, pero a la vez como un signo de una aún menor estabilidad de ingresos en esta zona del país y una mayor vulnerabilidad de la fuerza laboral ante ciclos económicos adversos como el efectivamente experimentado con la pandemia.

La incidencia de la pobreza monetaria en las ciudades de la costa, a pesar de presentar avances importantes en la última década, muestra que persisten brechas importantes con respecto al promedio nacional. Particularmente, al observar la dinámica de este indicador en ciudades como Sincelejo, Valledupar, Santa Marta y Riohacha (esta última con un 49 % de su población en condición de pobreza).

Más preocupante es la medición de la pobreza de acuerdo con el Indice de Pobreza Multidimensional. Aquí también se ha avanzado, pues la región pasó de un IPM de 45,5 % en 2010 a uno de 28,1 % en 2019. Pero en este último año el índice de la región es bastante más alto que el promedio nacional (17,5 %), y esto sin contar que los datos existentes no reflejan aún las dificultades adicionales que en materia de pobreza ha generado la pandemia del covid-19.

El promedio de la región también encierra datos preocupantes en materia de pobreza multidimensional. Atlántico es el único departamento “mejor” ranqueado, con un IPM de 14,9 % inferior al promedio nacional (17,5 %); otro caso es San Andrés y Providencia con un IPM de 8,2 %. Pero todos los otros departamentos de la región revelan condiciones precarias de pobreza por IPM: Bolívar (26,9 %), Cesar (25,5 %), Córdoba 34,7 %), La Guajira (48,8 %), Magdalena (31,6 %) y Sucre (33,3 %).

Estas cifras muestran avances y contribuciones importantes de la región al desempeño económico nacional, pero a la vez grandes desafíos que exigen medidas que posibiliten cambios estructurales que a su vez podrían representar nuevas oportunidades en un escenario de recuperación económica. Proyectar el caribe colombiano que se quiere para el país a mediano y largo plazo, aún en estos momentos de crisis, es clave para determinar las intervenciones que se necesitan.

Más alla de tomar medidas que nos lleven a las condiciones prepandemia de la región, las autoridades locales, regionales y nacionales deben apuntar al desarrollo del potencial del caribe colombiano. Un sector turístico adaptado a las nuevas condiciones y exigencias globales, un sector exportador diversificado que responda a las nuevas y dinámicas demandas mundiales, un sector industrial que reverse la desindustrialización presente aún antes de la pandemia, son algunos ejemplos.

Igualmente, la necesidad de transformar la matriz productiva, impulsar nuevas localizaciones industriales, el desarrollo de vías terciarias y recuperar los distritos de riego, así como la recuperación de la navegabilidad del río Magdalena apuntan a los cambios estructurales de la región. Obviamente, pensar en estos objetivos pasa primero por mantener las medidas de salud pública en medio de la pandemia y no retirar prematuramente los apoyos a las familias y sector productivo más fuertemente golpeados por la misma.

Por Alexander Villarraga, director del Instituto de Estudios Económicos del Caribe de Uninorte

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