Pensamiento crítico, una necesidad que se construye en las aulas

Darío Luis Banegas, profesor de la Universidad de Strathclyde, fue el invitado del Instituto de Idiomas para hablar sobre cómo la enseñanza de lenguas y cultura puede ayudar al desarrollo de ciudadanos pensantes, informados, autónomos y críticos.

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Durante la presentación de Darío Luis Banegas que se realizó vía Zoom.

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09 jun 2020

“Un proceso complejo para decidir en qué creer, cuestionar nuestros supuestos y los de otros”, así definió Darío Luis Banegas, especialista en diseño curricular y profesor de la Universidad de Strathclyde, en Escocia, el pensamiento crítico. Este concepto estuvo en el centro de la charla, que organizó el Instituto de Idiomas el 5 de junio con el docente argentino, para analizar cómo la enseñanza de lenguas y cultura puede ayudar al desarrollo de ciudadanos pensantes, informados, autónomos y críticos. 

El invitado manifestó que le preocupa que la palabra crítico ha tomado una connotación negativa en la actualidad, y se asocia con encontrar y apuntar falencias y errores. En este sentido, al pensar en la formación docente, el primer paso es ser explícito en el proceso y hablar directamente con los estudiantes sobre qué entendemos con la palabra crítico, y no dar por sentado que se entiende. 

Banegas resaltó que el pensamiento crítico es individual, es decir, cada quien decide qué creer. Esto genera una tensión necesaria, puesto que los puntos de vista antagonistas siempre existirán. La educación entra a jugar el rol de desarrollar la forma en que las personas hacen sus procesos para generar pensamiento crítico. 

“No se trata de decirle a los estudiantes en qué creer y en qué no, y a qué tienen que hacer caso. Les daré las herramientas para que ellos elaboren esos procesos, y si eso los lleva a antagonizar conmigo, eso está bien”, explicó su perspectiva el conferencista. 

El docente también habló de metodologías de argumentación utilizadas en el salón de clase y cómo éstas predisponen a los estudiantes a ciertas formas de pensamiento. Hizo referencia al modelo Toulmin, que consiste en analizar la posturas contrarias sobre un tema, y que, según Banegas, puede derivar en un argumento sobre quién tiene la razón a través de desacreditar la postura del otro. 

Por otro lado, manifestó que ha encontrado mejores resultados con el modelo Rogers, que se caracteriza por un debate en el que se inicia de un punto común entre las partes, y que se desarrolla en el plano del disenso que existe en las particularidades de las dos posiciones. Los beneficios que encontró en esta metodología fue que ambas partes reconocen la lógica de pensamiento del otro, en lugar de intentar desecharla. 

Otro de los temas a los que se refirió el conferencista fue la necesidad de, a través del aprendizaje de lenguas y culturas, no solo enfocarse y descubrir el exterior, sino también adoptar esa capacidad de asombro para las culturas que no conocemos que conviven en nuestro contexto. “Somos muy rápidos para entender la diversidad cultural en otros países, pero no somos tan rápidos para reconocer la propia”, señaló. 

De acuerdo con Banegas, es clave construir consensos culturales de ciudadanía mediados por las lenguas y reconocer que en las palabras, términos, expresiones y funciones de la lengua se van a ir codificando todas estas concepciones y pensamientos que tenemos. “Es una construcción permanente, que va a requerir en la ciudadanía crítica un estado de alerta permanente, de vigilancia social y epistemológica”, dijo. 

Añadió que es fundamental cuestionar nuestros propios supuestos y saberes y a partir de ahí entablar diálogos sostenibles, que sean culturalmente el reflejo de nuestros propios pareceres y prácticas culturales. “Reconocer los beneficios que faltan por ser normalizados, y cómo podemos canalizar en la formación y educación de lenguas el acceso a estas prácticas”, concluyó.

Por Leonardo Carvajalino

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