‘Vapeo’, ¿puerta de entrada o salida del tabaquismo?

Los vaporizadores nacieron como una alternativa para reducir el consumo de tabaco, pero, con un mercado en auge, los riesgos para la salud aún se desconocen en el largo plazo. Docentes de diferentes unidades académicas de Uninorte analizan esta práctica social.

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Según un estudio publicado en Public Health England (PHE), los cigarrillos electrónicos son un 95 % menos dañinos que el tabaco tradicional.

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16 ago 2019

En la década de 1940, ver a médicos estadounidenses promocionar diferentes marcas de cigarrillos para su consumo era tan común como ver hoy a jugadores de fútbol publicitar una marca de cerveza. Para entonces, la ciencia no era concluyente en cuanto a los efectos nocivos del tabaco en la salud y se vendían cigarrillos que “ayudaban” a calmar los nervios, curar la sinusitis o la tos; incluso se vendían en los hospitales mientras los pacientes reposaban en las habitaciones. Algo parecido —aunque en proporciones mucho menos extremas— ocurre por estos días con el consumo de los cigarrillos electrónicos y vapeadores; el argumento de que no impactan la salud o lo hacen menos que un cigarrillo convencional podría estar nublando los límites de dónde o quiénes pueden utilizarlos. Al igual que hace 80 años, no hay estudios científicos concluyentes que establezcan el impacto en la salud de este tipo de dispositivos electrónicos, por lo que expertos y gobiernos del mundo han empezado a investigarlos a profundidad para descartar un escenario de demanda creciente que ignore las consecuencias reales.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), anualmente más de 8 millones de personas fallecen en el mundo por el tabaco: cerca del 90 % debido al consumo directo y un 10 % por exposición involuntaria al humo. En este contexto, los cigarrillos electrónicos o vaporizadores se publicitan como herramientas que ayudan a dejar este mal hábito. Nacieron en 1963 de la mano de Herbert. A. Gilbert, y en 2003 el farmacéutico chino Hon Lik patentó el primer cigarrillo electrónico basado en nicotina. Sin embargo, hoy cada vez más profesionales de la salud advierten que el ‘vapeo’ (del inglés vaping: vapor) —que consiste en inhalar vapores creados por el calentamiento a alta temperatura de un líquido en el interior de un dispositivo electrónico— a pesar de que se vende como una puerta de salida al tabaquismo, también puede ser de entrada. Si bien el consenso científico señala que inhalar estos vapores es menos peligroso que fumar cigarrillos convencionales, todavía se desconocen los riesgos en la salud en el largo plazo.

Para Hernando Baquero, decano de la división de Ciencias de la Salud de Uninorte, la exposición temprana a la nicotina a través del ‘vapeo’ está creando otras formas de consumo, provocando que jóvenes que nunca habían probado un cigarrillo sean adictos a esta sustancia, lo que genera tolerancia, es decir, la necesidad de ingerir cada vez mayores dosis de nicotina para satisfacer su dependencia.

“Ya se ha demostrado en algunos países del mundo que esa población de jóvenes fumadores de tabaco con combustión, que va creciendo, ha pasado en sus inicios por el ‘vapeo’ (...) Yo quiero llamar la atención porque la gente ve el ‘vapeo’ como algo normal y está desconociendo sistemáticamente, como sucedió al principio con el cigarrillo, el hecho de exponerse desde muy temprano a la nicotina y sus efectos”, afirmó el académico.

En Colombia cada día mueren 88 personas por enfermedades derivadas del consumo de cigarrillo, es decir, cerca de 32 mil muertes al año. Aunque la incidencia ha disminuido, las cifras del Ministerio de Salud continúan siendo preocupantes: 9 de cada 100 colombianos fuman, pero la tasa de incidencia aumenta al 17 % en los universitarios.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Tabaquismo, ENTJ, desarrollada por el Ministerio y la Universidad del Valle, los jóvenes en Colombia consumen cada vez más el cigarrillo electrónico, señalando que el 15 %, entre los 12 y los 18 años, lo ha probado alguna vez en su vida; el 22 % ha fumado el cigarrillo convencional y el 7,9 % consume productos de tabaco calentado. Según un estudio publicado por Public Health England (PHE), agencia del Sistema Sanitario Británico, los cigarrillos electrónicos son un 95 % menos dañinos que el tabaco tradicional. Sin embargo, este año la OMS, en su informe mundial sobre el tabaco, advierte que este tipo de dispositivos representan una “amenaza actual y real” en la lucha por disminuir el impacto global del cigarrillo.

Jair Vega Casanova, profesor del departamento de Comunicación Social y director de la Maestría en Comunicación, desde un enfoque social recuerda que a veces no importa el origen en el que ha surgido un producto o servicio, sino la forma cómo son apropiados sus significados y diferentes usos por la sociedad.

“Así como el tabaco fue constituyéndose como una forma de estatus y reconocimiento de las masculinidades y feminidades, el ‘vapeo’, en principio, comienza a propagarse como una moda inofensiva. Lo adictivo entonces no es solo la sustancia sino la práctica social, que empieza a valorarse como positiva”, argumenta el docente.


“20,679 médicos dicen que Lucky Strike es menos irritante”, eran algunos 
de los falsos mensajes en las publicidades de la década de 1940.

Entre la práctica y la regulación

Daniel Rosero, de 24 años, se inició desde hace cinco meses en el mundo del ‘vapeo’. Desde muy pequeño creció en una familia en la que sus más cercanos son fumadores activos. En la adolescencia consumió su primer cigarrillo y después de unos años llegó a fumar entre 15 y 20 diarios. Para él, hoy el ‘vapeo’ además de ser “un efecto placebo”, le ha permitido alejarse del consumo de cigarrillos convencionales.

“El ‘vapeo’ es una moda, no se puede llevar a otro nivel, una moda entre jóvenes y adultos. Aunque al vapeador se le pueden añadir sustancias, como sales de nicotina que reducen el consumo de esta frente a un cigarrillo normal, yo lo dejé totalmente, ‘vapeando’ solo con esencias de sabores”, manifiesta Rosero, piloto de avión comercial.

De acuerdo con información de Euromonitor, este nuevo mercado, en la categoría de sistema abierto, está en auge. Movió en el país $ 4100 millones en 2013, pero en 2018 alcanzó en facturación $12 000 millones, un incremento equivalente al 194,5 %. 

Mario Eduardo Giraldo Oliveros, profesor del departamento de Mercadeo y Negocios Internacionales y magíster en Mercadotecnia, enfatiza que el ‘vapeo’ finalmente es un cambio tecnológico, la evolución de un material y de la práctica evolutiva de fumar, por lo tanto, así como el cigarrillo ha sido regulado “debería pasar exactamente lo mismo con los vapeadores. Enseñarle a la gente su uso y prevenir adicciones”. 

Precisamente la Comisión VII del Senado aprobó el 15 de mayo de este año, por unanimidad, el proyecto de ley No. 174 de 2018, que busca regular el uso y consumo de cigarrillos electrónicos y vapeadores en el país.

El senador del partido de La U, José David Name Cardozo, autor del proyecto, ha manifestado que este busca la actualización de la Ley Antitabaco (1335 de 2009) para que quede acorde con las nuevas necesidades que han surgido desde su expedición. Específicamente porque hoy “no hay un control en la comercialización de los sistemas electrónicos de administración de nicotina”, y así poder prohibir la venta directa o indirecta de cigarrillos electrónicos, vapeadores y sus derivados a menores de edad. El proyecto también busca ampliar la restricción del consumo de cigarrillos convencionales o electrónicos en áreas públicas.

“Desde mi punto de vista, el ‘vapeo’ se dirige a dos mercados. Uno donde la persona quiere encajar, que lo hace por moda porque otros lo hacen. Y otro donde indudablemente hay jóvenes que venían con un consumo de tabaco y quieren pasarse a esta nueva forma, concibiéndola como más sana porque ya no quieren inhalar nicotina, sino otro tipo de sustancias. Sin embargo, se han presentado estudios que dicen que la inhalación de esos químicos también está afectando de otra manera al organismo humano”, anota Mauricio Ortiz Velásquez, profesor del departamento de Mercadeo y Negocios Internacionales y magíster en Mercadeo Internacional.

La Asociación Americana del Pulmón ha informado que en algunas investigaciones se ha demostrado que los ingredientes clave de los vaporizadores pueden dañar las células o contener productos químicos nocivos que podrían "causar enfermedades pulmonares, así como cardiovasculares”. Por ejemplo, los metales derivados del dispositivo electrónico que se mezclan con el agua. 

No obstante, todavía la evidencia es escasa frente al contenido de sustancias tóxicas. Además, no se han establecido estándares en la fabricación de los vapeadores, que permitan regular su producción; y en los espacios libre de humo de tabaco del país, establecidos en la Ley 1335 de 2009, pueden generarse malos entendidos entre usuarios ante un vacío legal, lo cual será en los próximos años motivo de estudio para el Gobierno.

 

Por José Luis Rodríguez R.

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