El rol protagónico del activismo juvenil en Colombia

Los jóvenes y sus formas de participación en el siglo XXI fueron las temáticas abordadas en una de las sesiones de Diálogos Policromáticos, iniciativa liderada por el departamento de Comunicación Social y Periodismo, que abre un espacio de conversación y análisis crítico sobre temas de actualidad junto a invitados y expertos.

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El coloquio se desarrolló por el canal Uninorte Académico.

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31 may 2021

Dentro de los múltiples análisis que se han hecho sobre la coyuntura actual del país, uno de los postulados más reiterativos es que los jóvenes han tenido un rol protagónico en las manifestaciones sociales. Desde el pasado 28 de abril, la juventud colombiana ha emergido como un actor fundacional y clave de lo que ha acontecido desde entonces, como muestra de un activismo convocante y vinculativo. 

Este fue el tema central de una de las sesiones de Diálogos Policromáticos, un espacio de conversación y reflexión liderado por el departamento de Comunicación Social y Periodismo, donde se ahonda sobre temas de interés general. En esta oportunidad los invitados fueron Raaida Mannaa, comunicadora social y periodista egresada de Uninorte, magíster en Estudios en Innovación Social y cofundadora de socialBaq; Roberto González Arana, doctor en Historia y docente del departamento de Historia y Ciencias Sociales, y María Escorcia, estudiante de Derecho y presidenta de la Sociedad de Debate. Bajo la moderación de Kelly Pozo, magíster en Comunicación y docente Uninorte. 

El doctor González inauguró el coloquio ilustrando el contexto nacional del activismo juvenil, su historia y algunos logros significativos. Situó el origen de los primeros movimientos estudiantiles en los años 20, cuando fue asesinado el universitario Gonzalo Bravo Pérez y cuyo hecho se conmemora en el Día del Estudiante Caído. Posteriormente, en los años 50 el movimiento estudiantil fue muy dinámico y protagónico como respuesta a la dictadura de Rojas Pinilla. Y en años recientes, señaló que con el Acuerdo de Paz se generaron ciertas expectativas entre los jóvenes, sin embargo, los avances han sido difusos en el gobierno actual. 

Asimismo, el académico mencionó algunas de las victorias del movimiento estudiantil, como “la séptima papeleta, una propuesta en la que confluyeron estudiantes de universidades públicas y privadas para presionar al Estado por una constituyente. (...) Y esa fue una victoria liderada justamente por estudiantes, es decir, que lograron que 10 millones de colombianos votaran a favor de un cambio para que la Constitución de 1886 fuese reformada. Entonces, en esa constituyente los estudiantes fueron claves, como también hace unos pocos años con el movimiento que convocó La Mane (Mesa Amplia Nacional Estudiantil) que, inspirado en el famoso grupo de los Pingüinos de Chile, logró detener una reforma estudiantil que consideraban hostil a sus intereses”. 

El profesor resaltó que, en la actualidad, ha cambiado la modalidad de las luchas sociales, pues las movilizaciones estudiantiles se han permeado de creatividad y los jóvenes han decidido expresarse a través del arte, la música, el teatro y las redes sociales. “Y yo diría, además, que hay un pensamiento crítico, mayor cultura política y una mayor interconexión entre el movimiento estudiantil colombiano y otras latitudes, para ellos beber de esas experiencias. Se percibe como un movimiento muy cohesionado y claro en lo que ellos quieren, que es ejercitar la ciudadanía y que el Estado por fin los escuche y los integre”, resaltó Gonzalez. 

 

Por su parte, la intervención de Raiida se enfocó en la relación que existe entre el activismo juvenil y el voluntariado, pues ambas son formas de participación. La egresada explicó que existen tres puntos de encuentro entre estas expresiones, que fomentan la participación, se enfocan en el cambio y son herramientas para el desarrollo. 

Y partiendo de esa premisa, propuso un ejercicio de reflexión en torno a la participación. “La participación es algo que nos permite llevar a las personas que estaban en el margen al centro. Lleva a las personas que nunca habían podido ser escuchadas o que resultan invisibles en un contexto social, a ser visibles. Por ello, tener una perspectiva más crítica de la participación nos va a permitir tener una perspectiva más crítica del voluntariado y el activismo. Y sobre la participación es importante hacernos preguntas como: ¿quién participa?, ¿quién participa en qué?, ¿quién define las formas y los procesos de participación?, ¿cuáles son los resultados de la participación?, ¿qué tipo de participación estoy generando? y ¿cuál va a ser mi alcance?”, comentó. 

Mientras tanto, la estudiante Escorcia aprovechó el espacio para dialogar sobre la ciberciudadanía o el activismo a través de las redes sociales. Esta modalidad de participación tiene características importantes como “la adaptabilidad, capacidad de supervivencia y es muy versátil. Cualquier persona, desde cualquier dispositivo puede emitir su opinión. El objetivo del ciberactivismo es producir un cambio en la agenda pública, que los gobernantes escuchen y que haya una movilización masiva de personas que permita ese cambio en la agenda pública”. A su vez, se refirió a algunas desventajas de la ciberciudadanía, como la pasividad, la divulgación de información falsa y simultánea.

Para finalizar, los tres interlocutores fueron cuestionados con la pregunta sobre si salir a marchar es participación. Para Raiida, “salir a marchar sí es una forma de participación. Pero su importancia dentro de un cambio estratégico dependerá de cuál es su objetivo y para qué lo estamos haciendo”. Según el docente de Uninorte, “marchar es una escala de la participación que es como una etapa que va aumentando de nivel en la medida en que los jóvenes se organizan, definen claramente sus metas y buscan la manera de ir ascendiendo en organización, propósitos, persistencia de lucha y coherencia en las urnas”. 

Y desde el punto de vista de la estudiante, “las marchas sí son una forma de participación que se suman a las otras formas, pero en esta específicamente hay que saber qué nos incita a salir a la calle y qué es lo que pretendemos a través de esa manifestación de nuestra inconformidad”. También discutieron sobre quién es un activista, cuáles deberían ser sus características y medios idóneos de expresión. Concluyendo que todos podemos ser promotores del cambio desde nuestra particular forma de participar, lo importante es tener un compromiso real con nuestras convicciones, pues las grandes transformaciones sociales solo se han dado a partir de la unión, la persistencia y la constancia. 

 

Por María Fernanda Salgado.

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