"La lectura más íntima de una obra es la que hace un traductor"

Tres profesionales de la traducción conversaron con estudiantes de Lenguas Modernas y Cultura sobre este oficio que hace posible que el conocimiento y la producción literaria tomen, realmente, el carácter de universalidad al permitir su acceso a otros hablantes.

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Los traductores Joshua Martin Price, María Constanza Guzmán y Juliana Borrero Echeverry.

Por: Jesús Anturi

12 mar 2024

Si la labor de un traductor se basara en llevar a otro idioma el sentido textual de una obra, sin duda, esta sería una profesión condenada a desaparecer ante el desarrollo, cada vez más especializado, de los programas de traducción con tecnología de inteligencia artificial. Pero no. Traducir es un ejercicio que lleva la impronta de quien lo hace. Por eso es habitual que un libro sea traducido muchas veces en un mismo idioma.

El 26 de febrero, el Instituto de Idiomas organizó un espacio en el que tres de estos profesionales profundizaron sobre lo que hay detrás del oficio, los desafíos y las exigencias que demanda el plasmar con fidelidad una obra en otro idioma. Joshua Martin Price, profesor de la Universidad Metropolitana de Toronto; María Constanza Guzmán, profesora de la Universidad de York en Toronto: y Juliana Borrero Echeverry, profesora de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, conversaron con estudiantes de Lenguas Modernas y Cultura de Uninorte.

Aunque parecería obvio, no está de más señalar que el perfil del traductor es fundamental al momento de llevar a otro idioma un texto. Por ejemplo, Martin Price es antropólogo y sociolingüista, se ha especializado en la traducción al inglés de textos de filosofía de América Latina. En su conferencia presentó su libro Translation and Epistemicide: Racialization of Languages in the Americas (en español sería: Traducción y epistemicidio. Racionalización de las lenguas en las Américas), que trata el papel de la traducción y el lenguaje en la dominación de la conquista y la colonización del continente.

Price habló de la experiencia al traducir el libro El pensamiento indígena y popular en América. La investigación para enfrentar el proyecto de traducir incluyó visitas recurrentes a comunidades indígenas de la cordillera de los Andes que hablaban los idiomas ejes del libro. “Para entender de qué se trata un libro, a veces hay que hacer trabajo de campo o consultar con expertos; otras veces la investigación es en archivo o de leer mucho de la obra del autor, como pasa con la filosofía, para comprender cómo es el uso de las palabras o conceptos y poder traducirlos correctamente”, dijo.

En este tipo de traducciones, siempre se le dará prevalencia a las ideas, a diferencia de una obra artística, que persigue transmitir las sensaciones o las intenciones del autor. “Como científico social, prevalece el sentido de los conceptos, y el traductor debe conocer la historia detrás de estos. Un traductor de poesía o de novelas literarias tiene más libertad para inventar palabras, metáforas para plasmar la inspiración del autor. Los que traducimos filosofía o sociología, a veces no prestamos tanta atención a la parte estética, pero sí a los conceptos”, agregó Price.

Cada traducción es la lectura más íntima que hay de un texto. Nos invita a leer el texto de una manera muy profunda, a preguntarnos qué está en juego detrás en cada una de esas palabras, a preguntarnos cómo era el mundo de esa época, cómo eran las apuestas de ese autor, por qué se escribe de esa manera, por qué escribe sobre esos temas y apropiarse de todo eso para poderlo trasferir a la hora de traducir",

Juliana Borrero Echeverry, profesora de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

El punto de vista desde la traducción literaria lo aportaron las dos invitadas al evento. Por su parte María Constanza Guzmán presentó las distintas formas en las que se puede estudiar el ejercicio de traducir una obra literaria, en donde inciden las cuestiones poéticas, formales, los elementos históricos y estilísticos de un autor o de un género específico.

De acuerdo con Guzmán, entre los desafíos más grandes al traducir al español los textos está la variedad de significados que se presenta del mismo idioma, dependiendo del país, en especial de Latinoamérica. “No hay un solo español, hay muchos españoles, y en ese sentido hay que pensar en cuál es el público, anticipar, porque tampoco se puede saber exactamente a dónde va a llegar un texto, pero uno sí tiene, más o menos, una idea de qué circuitos va a seguir. Por lo menos, se trata de acercar la lengua de la traducción a esa comunidad”, indicó.

En buena medida, la traducción literaria se toma permisos para adaptar el sentido cultural de las ideas; sobre todo cuando lo que se busca es transmitir emociones a un público. Por ejemplo, el humor es un caso particular, pues es casi imposible traducir un chiste de forma literal, exige recrearlo o cargarlo de componentes culturales para que genere el efecto esperado.

Otro aspecto fundamental en la traducción literaria es la experiencia de quien traduce, por eso la profesora Juliana Borrero profundizó en su recorrido profesional. “Cada traducción enseña algo que trae retos distintos, trae diferentes preguntas, que le exigen a uno ir fortaleciendo, definiendo un método de traducción, como también lo obliga a enfrentar nuevas cosas”, señaló.

Con estas charlas, el programa de Lenguas Modernas y Cultura busca mostrarles a los estudiantes las opciones profesionales que pueden tener luego de graduarse. La traducción, sin duda, es una labor que está dentro de las posibilidades para especializarse.

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