Nodo Atlántico por el Pacto Global discute sobre el trabajo infantil

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Blanca Patiño, Coordinadora Nacional de Erradicación del Trabajo Infantil de la OIT, durante su intervención.

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12 oct 2016

La última gran encuesta integrada de hogares realizada por el DANE arrojó que más de un millón de niños y adolescentes trabajan en Colombia. Además de las consecuencias evidentes que esta situación conlleva, como son los efectos negativos en el desarrollo físico y mental de los menores, esto también trae consecuencias a nivel económico y empresarial. En la Cátedra de la Red Colombia contra el Trabajo Infantil, realizada el 7 de octubre en la Cámara de Comercio, se expuso esta problemática y se plantearon posibles soluciones.

El evento estuvo dirigido a contratistas y proveedores de las empresas pertenecientes a la red, como parte de lo que se ha venido trabajando en el Nodo Atlántico, por la Red Colombia del Pacto Global de las Naciones Unidas, que Uninorte lidera. A este pertenecen 16 empresas de la ciudad, y es una plataforma para que dichas organizaciones puedan participar y aprovechar los Objetivos de Desarrollo Sostenible e impulsar prácticas adecuadas y oportunidades de crecimiento.

“Este taller buscó que los contratistas de las empresas que están adheridas al Pacto Global puedan generar buenas prácticas para erradicar y eliminar el trabajo infantil en su cadena productiva”, explicó Camilo Mejía, profesor de la Escuela de Negocios de la universidad.

La lucha contra esta problemática hace parte del punto 8 de los ODS, que hace referencia al trabajo decente y crecimiento económico. Blanca Patiño, coordinadora nacional de Erradicación del Trabajo Infantil de la OIT y conferencista del evento, sostuvo que uno de los propósitos de este objetivo es eliminar todas las peores formas de trabajo infantil de aquí al 2030. “Hay que hacer mucho énfasis en esto porque es una meta bastante fuerte que implica una responsabilidad de parte de muchos actores”, afirmó.

Según el convenio 182 de la OIT, las peores formas de trabajo infantil son: esclavitud y prácticas similares, explotación sexual comercial, participación en actividades ilícitas como la producción y el tráfico de drogas y el trabajo peligroso. Patiño explicó que es en este último en el que más se enfocan, porque los tres primeros constituyen delitos castigados por el sistema penal.

La OIT calcula que actualmente hay 168 millones de niños y adolescentes trabajando y que en la mayoría de los casos pertenece a trabajo doméstico no remunerado. El mayor porcentaje se encuentra en Asia y el Pacífico, luego en África y América Latina.

Panorama nacional y sus consecuencias

Para Alejandra León, asesora del Ministerio del Trabajo y otra de las ponentes del encuentro, el número de niños y adolescentes trabajadores en Colombia es mayor al expuesto en la encuesta del DANE. “La  cifra se saca solo de 13 ciudades capitales, entonces hay un gran porcentaje del país en donde hay trabajo infantil oculto que no está visible y que no se puede identificar”, manifestó.

Así mismo, añadió que este se da principalmente en el área rural y más específicamente en el sector agrícola, con un 36,1%, seguido por el sector comercial. “Sabemos que los empresarios no contratan niños en sus empresas, pero que en las cadenas de abastecimiento sí se puede presentar trabajo infantil”, dijo.

Las consecuencias que esta problemática puede traer a las empresas son varias, entre estas: mala reputación, sanciones legales, limitación en el acceso a créditos internacionales para financiamiento de actividades y rechazo de la comunidad. A esto se le suma un aspecto determinante para la estructura económica de un país: se deja de formar a una generación productiva, debido a que cuando un niño trabaja lo más probable es que no esté en el sistema de educación y escolarización, lo que hace que no se pueda desempeñar a futuro en labores mejor remuneradas.

Según lo expuesto por León, el 24 de febrero de este año el Congreso de los Estados Unidos firmó una ley en la cual es posible que se limite el acceso de ciertos bienes producidos en Colombia al mercado de ese país si se comprueba que tienen mano de obra de trabajo infantil. Esta limitación generaría una pérdida económica para aquellas empresas que exporten bienes a mercados externos. Café, esmeraldas, oro y caña de azúcar están en el listado de productos.

“Esto es una alerta para que los empresarios colombianos adopten medidas desde lo empresarial para evitar el trabajo infantil”, expresó León, y añadió que es fundamental que se implementen estrategias que permitan evitar que las personas con las que se tienen relaciones comerciales tengan a niños vinculados en sus labores.

Las ventajas que las buenas prácticas empresariales pueden traer son múltiples, como mayor acceso a otros mercados, incremento de la productividad, debido a que cuando hay personal mejor calificado hay mayor producción en las empresas, mejor posicionamiento y mejor imagen corporativa.

Si bien desde el 2012 la tasa de trabajo infantil y adolescente ha descendido, sigue habiendo un reto grande. De acuerdo con León, por más que el gobierno, las entidades gubernamentales y organizaciones internacionales dupliquen esfuerzos, hay ciertos patrones culturales vinculados al trabajo infantil que hacen ver que esto empodera a los niños desde pequeños a aprender responsabilidades. “Por más esfuerzos que se hagan, si no luchamos contra estos patrones no se puede cambiar el chip”, dijo.

Por Oriana Lewis

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