Carolina Martínez descifra los misterios que yacen bajo tierra

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Carolina Martínez tiene una maestría en Análisis de Cuencas y Yacimientos de Curtin University.

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20 sep 2017

Cuando Carolina Martínez Mendoza era una joven estudiante de bachillerato disfrutaba de las asignaturas de química y biología. Su padre deseaba que dedicara su vida a la medicina, pero un tío le empezó a hablar de “la carrera del futuro”: geología.

“Él me lo contó desde el punto de vista ambientalista, así que yo creía que iba a salvar al planeta. Pero en el camino me di cuenta de que tenía mucho más que ofrecer, pues es la base de todos los productos explotables de lo que nosotros vivimos. Todo está hecho de minerales, del plástico que viene del petróleo...”, explica la investigadora, docente y coordinadora del programa de Geología de Uninorte.

Estando en la Universidad Industrial de Santander, su materia favorita era la que explicaba cómo se depositaban las capas que componen el suelo, y cuando conoció que había una manera de ver esas capas del subsuelo sin tener que excavar encontró su línea de trabajo: interpretación sísmica.

Ella explica que así como vemos estructuras sobre la tierra (por ejemplo, montañas), debajo del suelo también existen, y es necesario saber cuáles son para determinar la ubicación de recursos minerales.

“Lo que yo hago son interpretaciones de esas estructuras con una herramienta que es la sísmica, que son fotos del subsuelo que se ven como una serie de líneas. Esas líneas son las que yo interpreto y puedo decir que hay una falla (un corrimiento de la estructura de la tierra) o líquido acumulado (porque cambia la amplitud en el subsuelo y puede ser agua o petróleo), entre otras cosas”, detalla Martínez.

Esta línea de trabajo tiene gran aplicación en la industria, pues permite hallar yacimientos y hace que la carrera de Geología, según la docente, no se vea tan abstracta como otras ciencias. Además, con el auge de la exploración y explotación offshore (bajo el mar) de hidrocarburos, su área del conocimiento se vuelve aún más valiosa.

“Es muy complicado perforar un pozo en el mar para comparar la muestra y saber qué hay allí. Lo que hacemos es tomar fotos a través de la generación de ondas en el océano, esas ondas se refractan o se reflejan y generan unas imágenes. Así se descubre si hay pozos de gas en el Caribe colombiano”, sostiene la investigadora.

Luego de realizar una maestría en Análisis de Cuencas y Yacimientos de Curtin University (en Australia) y trabajar en Cerrejón, Martínez llegó a Uninorte para coordinar el programa de Geología desde su nacimiento.

Aquí ha visto desarrollarse a la primera promoción del programa (el primero de su tipo en la región), que actualmente cursa su cuarto semestre. Presta especial atención a las jóvenes estudiantes (que son aproximadamente la mitad de la cohorte), pues admite que muchas se sienten menos inteligentes o capaces que sus compañeros varones. Es una creencia que viene desde la infancia.

“Creo que no hay muchas mujeres en la ciencia porque desde que estás pequeña te inculcan que tienes que estudiar cierto tipo de carrera. Casi ninguna quiere ser matemática, física ni bióloga porque todas piensan durante el colegio que son malas para estas. Entonces le dicen que no a una carrera pura”, opina la investigadora. Para ella esto restringe a las jóvenes y las aleja de un posible camino exitoso en las ciencias.

Y aunque en Geología siente que ese fenómeno no es tan común como en otras carreras científicas, sí admite que muchas colegas se abstienen de realizar estudios de doctorado porque prácticamente deben escoger entre hacer eso y formar una familia.

“A veces es muy difícil mantener las dos cosas al tiempo. No digo que no se puede, pero un doctorado implica unos cinco años de estudio y si tienes un hijo, esos cinco años se pueden transformar en siete. Es una carrera de investigación que requiere que estés todo el tiempo trabajando y siempre es más complicado para la mujer que para el hombre: a la mujer le toca hacer el doctorado, llegar a la casa a cocinar, ayudar a los hijos a hacer las tareas, alistarlos en la mañana para ir al colegio y aparte trabajar”, cuenta.

Por eso también cree que en “muchos lugares” prefieren contratar a un hombre que a una mujer. Recuerda una ocasión en la que estaba compitiendo contra dos colegas hombres para obtener un cargo. “Me acuerdo que mi jefe de ese entonces se me acercó y me dijo que de los tres candidatos, yo era la de mejor perfil, pero que no debía quedar embarazada en cinco años porque eso atrasaría el trabajo. Ese tipo de cosas pasan, aunque no solo en las carreras de ciencia”.

Dice sentirse agradecida porque esa fue la única ocasión en la que se vio frente a una situación así, pero sabe que no todas las científicas corren con la misma suerte. Martínez Mendoza continúa su labor como coordinadora de programa, docente e investigadora desde Uninorte con la esperanza de que estas creencias equivocadas se acaben y cada día más niñas y jóvenes decidan darle una oportunidad a la ciencia como ella.

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Por Melissa Zuleta Bandera

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