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ARTÍCULO RECTOR

Por: Adolfo Meisel Roca
Rector de la Universidad del Norte.

Una síntesis sobre las causas históricas del rezago de la región Caribe, los aspectos críticos que hoy en día siguen reforzando el atraso de este territorio y un llamado sobre el papel decisivo que cada egresado uninorteño, formado con sello Caribe, juega en este desafío.


La Universidad del Norte fue fundada hace ya más de medio siglo, en 1966, por un grupo de empresarios barranquilleros encabezados por Karl C. Parrish Junior, y contó con el apoyo de prominentes dirigentes locales, entre ellos don Mario Santo Domingo, uno de los principales financiadores de este proyecto. 

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Alguna vez, de forma jocosa, Karl C. Parrish Junior señaló que esta, la Universidad del Norte, debería ser una combinación de música
clásica y vallenato. En la foto, el Rector devela el monumento en su honor, en 2021, a propósito de la celebración de los 55 años de Uninorte.
Desde un principio, Parrish señaló que quería fundar una universidad de excelencia, pero Caribe, que formara profesionales preparados para asumir los retos de desarrollo que la región enfrentaba. A los diez años de fundación de la institución, en una ceremonia pública de grados, indicó el tipo de profesional que esperaban formar desde el momento que fundaron Uninorte. Les dijo: 
 
“Nuestra meta era preparar a un hombre, o una mujer, pensante, capaz de analizar los problemas de la comunidad y proponer soluciones técnicas y prácticas. No queríamos sacar fanáticos incondicionales, ni de izquierda ni de derecha, sino una gente con una mentalidad abierta, que no tragara entero”.
 
Alguna vez, de forma jocosa, el mismo Parrish Junior señaló que esta universidad debería ser una combinación de música clásica y vallenato, en alusión a que debía integrar la rigurosidad de la ciencia y el conocimiento, con la alegría que caracteriza a la gente caribe. En la esencia de nuestra universidad está implícito ese sello caribe, lo que a su vez implica la responsabilidad de defender los valores de nuestra región, que los reconozcamos, que nos interesemos por su cultura e historia, así como por su desarrollo económico y, sobre todo, por el bienestar de su población. 

Con esa referencia quiero hacer énfasis en el compromiso caribe de la Universidad del Norte. Para nadie es un secreto que en los diferentes indicadores económicos y sociales, la región presenta rezagos sociales considerables con respecto al resto del país, que se refleja, por ejemplo, en que el producto interno bruto per cápita de los ocho departamentos del caribe esté 36 % por debajo del promedio nacional, de acuerdo con datos de 2020.  

En las últimas décadas, los científicos sociales del caribe colombiano han avanzado mucho en el estudio de las causas del atraso económico relativo costeño, y han encontrado múltiples determinantes para explicar esta situación. Para ser muy sintético, resaltaría tres factores que han incidido para que la región sea más pobre que el resto del país. 

En primera instancia, nuestra estructura económica y social mantiene profundas desigualdades de oportunidades, que son resultado del legado colonial, a través de la hacienda ganadera, la esclavitud, las encomiendas, entre otras, que heredamos de la estructura social impuesta por los conquistadores españoles. Los economistas Acemoglu y Robinson han popularizado el argumento de las reglas del juego económico, o las instituciones, son las que hacen que un país o región se desarrolle. Según su análisis, la prosperidad en el largo plazo depende de las instituciones, entendidas como las reglas de juego en la actividad productiva. En buena medida, este argumento coincide con la pobre institucionalidad que nos llegó del periodo colonial.

Un segundo factor para entender el atraso económico del caribe nuestro es el centralismo del Estado colombiano, que ha discriminado a lo largo del tiempo contra las inversiones en la región. Las políticas económicas, como el régimen arancelario, los subsidios a los créditos, a la industria y a los exportadores, han privilegiado, principalmente, al centro del país, el llamado triángulo Bogotá-Medellín-Cali.

 

El tercer elemento es la forma como las regiones dominantes política y económicamente han construido un discurso negativo sobre la cultura caribeña. Se han creado estereotipos perjudiciales a la hora de participar de manera equitativa en el acceso a las oportunidades y la inversión pública. Es lo que algunos analistas llaman el “orientalismo interno”, en alusión a los aportes del intelectual palestino Edward Said, quien describió cómo en Occidente se construyó un discurso estereotipado sobre el Oriente, que legitimó intelectualmente la conquista y discriminación de los pueblos de Oriente por parte de los occidentales. 

 

Algo así ha sucedido en nuestro medio con los costeños. El antioqueño Luis López de Mesa, quien a comienzos del siglo XX fue ministro, escribió varios libros sobre la sociedad colombiana. En uno de esos, titulado “De cómo se ha formado la nación colombiana”, describió así a los costeños:

“El temperamento costeño se da todo en expansivo gesto. En poco se recata y esconde, en casi todo se pronuncia explosivamente: en el hablar, en el reír, en el amor fulminante y fugaz, en el fervor político de una hora, en el acento tribunicio de sus hombres, es el derroche de palabras, de alabanzas y vituperio, de dinero…”
En contraste, de los antioqueños dijo: “Conserva buena tradición de honradez, ambicioso y un poco tahúr en los negocios. Progresista y civilista, ama la paz y la civilización material…”

¿Cómo superar esta condición de atraso regional? Los científicos sociales del caribe han venido proponiendo algunas estrategias. Y corresponde a nuestros egresados uninorteños, profesionales costeños,  aportar su granito de arena a esta discusión en los próximos años. Sus ideas serán bienvenidas y son absolutamente necesarias.

"¿Cómo superar esta condición de atraso regional? corresponde a nuestros egresados uninorteños, profesionales costeños, aportar su granito de arena a esta discusión en los próximos años".

De momento, el consenso indica que hay dos áreas críticas en las que la región tiene serias deficiencias para superar su rezago, la principal de ellas es el bajo nivel de su capital humano: nos debe ir mejor en las pruebas Saber 5, Saber 11, Saber Pro; tenemos baja cobertura en educación universitaria, y nuestro bilingüismo debe incrementarse;  nuestros maestros tienen menos cobertura en posgrados que los del resto del país, - por ejemplo, en las convocatorias de becas-crédito de Colfuturo, para hacer maestrías y doctorados en el exterior, casi no hay gente nacida en la región, igual sucede con las becas del Banco de la República-. 

Ustedes como egresados de la mejor universidad de la región Caribe, una de las mejores de Colombia, desde sus respectivos lugares de trabajo tienen la inmensa responsabilidad social de exigir la priorización y el mejoramiento de la calidad de la educación que recibirán las nuevas generaciones costeñas. Los invito a que promovamos entre todos esta causa por el bien del país.

Una segunda debilidad manifiesta que le impide tener mayor crecimiento a la región es que los gobiernos locales son poco eficientes en el uso de los recursos públicos. Se invierte en proyectos de bajísima o nula rentabilidad económica y social, los llamados elefantes blancos. Solo miremos lo que ha pasado con el proyecto del tren de carga y pasajeros entre Santa Marta y Cartagena: ya se gastaron 6 mil millones en el estudio de prefactibilidad y ahora quieren gastarse 60.000 millones en el estudio de factibilidad. ¡Qué horror! El tren nunca se hará, pues se calcula que vale 1,6 billones de dólares, pero se habrán feriado 66.000 millones. Con esos recursos se les podría dar el almuerzo a 47.000 estudiantes de colegio durante todo el año escolar. El otro problema enorme es la corrupción, que les resta eficacia a los gobiernos y que es un fenómeno de escala nacional.
 

"Hay dos áreas críticas en las que la región tiene serias deficiencias para superar su rezago: la principal es el bajo nivel de su capital humano; y la segunda es que los gobiernos locales son poco eficientes en el uso de los recursos públicos".

 
Quiero entonces insistir en el sello del profesional uninorteño, de rectitud y la transparencia, como se canta en el himno de nuestra universidad. Ese debe ser siempre uno de los aportes más valiosos de nuestra universidad: profesionales éticos en todas sus actuaciones.

El caribe colombiano no solo tiene indicadores negativos, por el contrario, son muchas las fortalezas con las que históricamente hemos demostrado lo que podemos aportar en la construcción de la identidad nacional. Basta con mencionar la inmensa riqueza cultural que ha brotado de esta parte del país, que hoy es patrimonio de la nación y de la humanidad misma. El nombre de Colombia se ha hecho grande en figuras caribeñas como Gabriel García Márquez, Roberto Burgos Cantor, Álvaro Cepeda Samudio, Marvel Moreno, entre muchos de nuestros escritores destacados. Ni qué decir de la pintura de Alejandro Obregón, Cecilia Porras, Noé León, Enrique Grau, Norman Mejía, quienes modernizaron el arte en este país. Nuestra música popular, los vallenatos, la cumbia, los porros, las champetas, resuenan por toda la geografía de Colombia con ímpetu. El wayunaiki es la lengua indígena más ampliamente hablada a nivel nacional, y el sombrero vueltiao se ha consolidado como símbolo patrio. El Cóndor de Obregón preside el salón donde se reúnen los ministros y el presidente de la República; también un mural de Obregón está en el centro del Senado de Colombia.

"El caribe no solo tiene indicadores negativos, son muchas las fortalezas con las que históricamente hemos demostrado lo que podemos aportar en la construcción de la identidad nacional". 

El mural “Tres cordilleras y dos océanos" de Alejandro Obregón está en el centro del Salón Elíptico del Capitolio Nacional, que es el recinto donde se reúne el pleno de la Cámara de Representantes y el Congreso.
Desde la Universidad del Norte estamos comprometidos con la difusión de esta cultura caribe, a través de nuestra editorial, emisora, conferencias, cursos, seminarios. Acabamos de nombrar uno de nuestros edificios con el nombre de Álvaro Cepeda Samudio, cuya biblioteca personal reposa en nuestra biblioteca gracias a la donación de su viuda Tita Cepeda. 
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El edificio administrativo número 2, donde está ubicada la Oficina del Egresado, será conocido ahora como Edificio Álvaro Cepeda Samudio.
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Son más de 1.800 ejemplares que reflejan bien los intereses de Álvaro.
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Todos los libros que pertenecieron a Álvaro Cepeda Samudio, están desde marzo de 2021 a disposición de los investigadores y estudiosos de su obra de Álvaro Cepeda, gracias a la donación que le hizo a la Universidad del Norte su viuda, Tita Manotas de Cepeda. 

Somos orgullosamente caribe y ese también es un sello uninorteño. El mismo sello que ustedes, egresados, deben llevar con orgullo, actuando siempre con rectitud, alegría y verdad.