enContacto edición 30

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Por: Alejandra Ortiz Chagín
barranquillera, periodista trilingüe y ganadora de cinco premios Emmy de periodismo. Actualmente es presentadora del noticiero Telemundo 52 en Los Ángeles, California.

 

 

“El impacto positivo que logramos tener en la vida de los demás es mi teoría de cómo se determinará el valor existencial de cada uno de nosotros”. Esas eran las palabras y la filosofía de vida de Sergio Mario Rodríguez Guarín, quien tuvo la oportunidad de dedicar sus últimos dos años de vida a lo que más le gustaba hacer: ayudar, transmitir su conocimiento e impactar verdaderamente la vida de los demás mientras los ayudaba a cumplir sus sueños. Y lo hizo en la Universidad del Norte, institución de la cual se sentía muy orgulloso. El ayudar a sus estudiantes se convirtió en su propósito de vida. Según él, no había nada más gratificante que sentirse útil para los demás. Su liderazgo, sentido de equidad, justicia, su bondad, su ética innegociable y su servicio a los demás pavimentaron el camino para que hoy se realicen un sinnúmero de homenajes en su honor que llenan de orgullo a sus padres Sergio Rodríguez y Beatriz Guarín.

Estudió en el Colegio Karl. C. Parrish y, a temprana edad, aprovechó un verano para estudiar dos materias de economía en la Escuela de Negocios de Wharton de la Universidad de Pensilvania. Después estudió Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Los Andes en Bogotá y también aprovechó dos veranos para ir a estudiar el idioma francés en Francia. En ese entonces, se visualizaba a futuro como un exitoso empresario en el sector privado. Pero a sus 23 años realizó un intercambio cultural - en todo el sentido de la palabra- con Semester At Sea y la Universidad de Virginia; recorrió el mundo a bordo de un barco junto a 730 estudiantes de todos los continentes. Allí tuvo la conversación más transformadora de su vida. Se reunió con el Arzobispo emérito de Ciudad del Cabo, premio Nobel de la Paz y activista de derechos humanos, Desmond Tutu. Y desde ese día entendió que ayudar a otros es ayudarse a sí mismo. Eso cambió el rumbo de su carrera y lo llevó a interesarse por el sector público y luego por la docencia.

Durante cuatro años trabajó en el Departamento Nacional de Planeación, en donde encontró su vocación por el servicio a la comunidad; allí sentía que podía ser útil para la sociedad, por ejemplo, al lograr llevar energía eléctrica a comunidades remotas que no conocían el servicio de electricidad. Eso era él: siempre llevando luz donde había oscuridad. Después estudió Administración Pública con énfasis en Energía y Medio Ambiente, y especialización en Gerencia en Columbia University en Nueva York y como era un enamorado de su ciudad y de su país, decidió regresar a Colombia para compartir con los demás todo lo aprendido en una de las mejores universidades del mundo.

Sus estudiantes lo definían como un “crack con un futuro brillante”. Y él se describía a sí mismo como un hombre feliz que veía el lado positivo de todo. Su inteligencia era admirable; él decía que los números le hablaban y por eso podía realizar cálculos matemáticos al instante. Su cultura general le permitía compartir datos curiosos que pocos conocían; era como una enciclopedia hecha persona. Con su liderazgo innato logró llevar a cabo distintas iniciativas como presidente en el Consejo Estudiantil de los Andes y también lideró proyectos en la Universidad de Columbia, en la Universidad del Norte y en la Universidad del Sinú.

Por su espíritu filantrópico ayudaba a fundaciones de niños con cáncer y apoyaba a empleados a independizarse y abrir sus propios negocios. Sergio Mario fue miembro del Consejo de Administración de la Fundación Expreso Brasilia y desde ese rol continuó apoyando, durante 2019 y 2020, el otorgamiento de becas a estudiantes de excelencia académica. Con esta beca, cuatro jóvenes lograron cumplir su sueño de ingresar a la Universidad del Norte. Y por su gran sensibilidad social, a título personal y con sus propios recursos, apadrinó la educación de un joven con dificultades económicas a través de la beca "Familia Rodríguez Guarín", en la misma institución.

Con su enorme corazón y su personalidad única logró ganarse el respeto de sus estudiantes que votaban por él para catalogarlo como el mejor profesor y nada lo hacía más feliz.

Sergio Mario dejó una huella inquebrantable en los miles de corazones que tocó en Colombia y alrededor del mundo. A todos nos dejó incontables lecciones de vida. Vivió la vida al máximo, vivía cada día como si fuera el último, hizo todo lo que quería hacer, no se perdía de ningún Carnaval ni de un Mundial, practicó todos los deportes, recorrió el mundo, recibió clases de un Premio Nobel de Economía, compartió su conocimiento, era miembro activo de la junta directiva de Expreso Brasilia, trabajó un año en Promigas, tenía sus propios negocios y hacía consultoría y reestructuración financiera y ayudó a todo el que se cruzaba por su camino.

 

Con su pronta e inesperada partida, a sus 33 años de edad, nos demostró que no se necesita vivir muchas décadas para que nuestro valor como ser humano sea incalculable, el recuerdo sea eterno y el legado imborrable. El amor y cariño que sentimos todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo, jamás tendrán fecha de caducidad.

Una vida que vale la pena ser vivida es una vida que se vive por y para los demás. Y la vida de Sergio Mario Rodríguez Guarín fue una vida extraordinaria por el simple hecho que hoy muchas personas pueden decir que viven sus sueños y que son mejores seres humanos gracias a él.